El desarrollo de la reunión entre Pedro Sánchez y Quim Torra, y sobre todo la sintonía que se deduce de las comparecencias tanto del mismo president como de la vicepresidenta Carmen Calvo han causado profundo desagrado en sectores del independentismo. La CUP, por ejemplo, vía su diputado Vidal Aragonés, afirmó que «el camino abierto por Torra coincide más con una visión de cerrar por arriba» el procés que «no con respetar lo que el pueblo de Cataluña hizo el 1 y el 3 de octubre, que fue abrir por abajo», indicó.

Más contundente fue la cuenta oficial de Twitter de los Comités de Defensa de la República (CDR) que publicó que «no estamos aquí para hablar del Estatut. No aceptamos ni pactos ni cambios de rumbo» para acabar con una contundente apelación: «O se cumple lo prometido en campaña electoral o se dimite» en referencia al Govern.

CRÍTICAS REPUBLICANAS / Quien más templado estuvo, aunque sí dejó caer críticas, fue ERC. Tras meses en que se retrató a los republicanos, en las redes sociales, como poco menos que traidores y, aun peor, «autonomistas», Esquerra asiste ahora como las aceradas críticas se dirigen al espacio posconvergente. El presidente de los republicano en el Parlament, Sergi Sabrià, elogió que se haya establecido un «diálogo» entre los gobiernos y que exista «un cambio de formas», aunque ha advertido que «ejercer el derecho de autodeterminación» es «indispensable» para Cataluña.

En Madrid, los ataques no fueron de menor entidad, con PP y Ciudadanos enarbolando la bandera más contestataria y más crítica con la reunión. Los populares centraron su preocupación en los «precios» que podría pagar el presidente del Gobierno central por abrir el diálogo con su homólogo catalán, mientras que Ciudadanos recordó el pasado de Torra y sus frases antiespañolistas.

El portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, ha sido el encargado de llamar la atención sobre las posibles contrapartidas por el apoyo de los independentistas a Sánchez para llegar a la Moncloa. «Tengo la sensación de que el diálogo sin límites que expuso en su día la vicepresidenta del Gobierno vamos a terminar pagándolo», advirtió. El dirigente del PP pidió a Sánchez que «no siga pagando precios por haber obtenido la Presidencia del Gobierno» gracias a ese apoyo.

Por su parte, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, dejó claro su temor a que la reunión fuera solo «un paripé» porque «no hay debate posible sobre la autodeterminación», que es el auténtico objetivo de los independentistas. Al final se demuestra, según Rivera, que el presidente de la Generalitat fue a la Moncloa «a hablar de su libro, de la secesión y de sus presos». «Queda claro que todo era un paripé de un señor que nos llama bestias taradas», reiteró. Rivera se preguntó qué más tiene que pasar en España para asumir que el «apaciguamiento» de los independentistas no es la solución y que es necesario poner fin a décadas de «ceder, ceder y pedir perdón». «Han estado a punto de romper España, y si ahora tienen más competencias y menos supervisión repetirán el golpe», avisó.

Haciendo un símil con el Mundial de Fútbol, aseguró que con los independentistas «no se puede empatar». «Al final hay penaltis, hay que ganarles o te ganan», proclamó. En ese sentido, criticó que Sánchez se reúna con un dirigente que «no es demócrata» porque no respeta las reglas de juego. «Le recibimos en la Moncloa y nos damos un paseíto y hacemos una comisión bilateral», ironizó antes de preguntarse qué se puede negociar con quien llama «bestias taradas» a los españoles.