El feminismo, vivido de distintas maneras y diferentes ritmos e intensidades, ha vuelto a salir a la calle este viernes como ya lo hiciera el pasado año. Con una huelga que puede dar pie a la manida interpretación sobre su éxito o fracaso y con protestas y manifestaciones en las que no hay subjetividad alguna: grito unánime a favor de la igualdad y contra todas las expresiones de violencia de género. Como ya sucediera el año pasado, todas las ciudades han sido un festival de pancartas manufacturadas que han trascendido a cualquier cartelería y manifiestos oficiales. Al margen queda la pelea política, que ha sido tan abundante como previsible y demuestra que el oportunismo reside muy lejos de la oportunidad real de que los derechos de ellas sean tan robustos y respetados como los de ellos.

Gran Via, durante la manifestación feminista en Barcelona / FERRAN NADEU

Una muerta a la semana

En Madrid, un hombre de unos 80 años ha matado de un disparo a su esposa, de la misma edad, con lo que ya son 10 las mujeres que en este 2019 han perdido la vida a causa de la violencia de género. O lo que es lo mismo, una cada semana. Ocho menores han quedado huérfanos por esta lacra. "No nací mujer para que me maten por ello" o "de camino a casa quiero ser libre, no valiente", rezaban algunas de las pancartas de la protesta de Barcelona, que ha congregado a 200.000 personas, mayoritariamente mujeres, según la Guardia Urbana. Por la mañana han marchado las estudiantes, unas 13.000, y a mediodía, las profesionales de los medios de comunicación se han concentrado en los Jardinets de Gràcia para protestar contra todo lo que apesta a machismo en el oficio de explicar lo que pasa en el mundo.

Mucho por hacer

Han sido muchas la ciudades que se han volcado con la jornada feminista en todo el mundo. Como París, donde solo el 2% de las calles están dedicadas a mujeres y muchos carteles han amanecido con el nombre de ilustrés féminas inéditas en el callejero. Pero aunque en esta parte del globo queda mucho por hacer, en otros lugares el camino será mucho más aciago. En Jerusalén miles de judías ultraortodoxas interrumpían de manera violenta una oración feminista en el Muro de las Lamentaciones. No está mejor la situación en Perú, donde un sondeo realizado por el diario 'El Comercio' revela que el 47% de los entrevistados consideran que la mujer es un poco o muy culpable si un hombre la acosa cuando lleva minifalda. En Bakú, capital de Azerbayán, la policía ha prohibido una protesta de mujeres convocada a través de las redes sociales contra la violencia machista. En Estambul las han dispersado con gas lacrimógeno y pelotas de goma tras dos horas de concentración pacífica. Mientras esto sucedía, en Rabat, la empresa líder de recogida de basura ha pensado que el 8M merecía un homenaje a la altura: la convocatoria de un certamen de Miss Limpieza 2019.

Manifestación feminista reprimida en Estambul / OZAN KOSE (AFP)

Hay muchas maneras de medir el éxito de la convocatoria feminista de este viernes en nuestro país. El nivel de paro en las empresas, las validaciones en el transporte público, el tráfico en las horas punta. Habrá quien lo cuantifique por la asistencia a las protestas o los tuits con cierta etiqueta. Quizás la respuesta sea menos numérica y más simbólica, representada por los mensajes vistos en la manifestación que ha recorrido las calles de Barcelona. Pancartas como esta: "Una mujer sin un hombre es como un pez sin bicicleta".