Sandrine Morel, periodista y corresponsal en España del diario 'Le Monde' relata en el libro 'El Huracán Catalán' (Planeta) su visión del conflicto en Cataluña como observadora externa. Morel explica de primera voz como des de la Generalitat había presiones a los periodistas para vender una buena imagen internacional y cómo evoluciona la dicotomía de discursos de algunos dirigentes independentistas. En el relato también valora las reacciones del Gobierno español y cómo, en conjunto, se ha convertido en “una grave crisis enquistada”.

-En el libro explica cómo un responsable de comunicación del PDECat llegó a ofrecerte dos páginas de publicidad en Le Monde para que hablaras bien del ‘procés’. ¿Esperabas algún tipo de respuesta por parte de la Generalitat?

-No me esperaba nada en particular, de momento nadie se ha manifestado, aunque yo pensaba que algunas de las personas que menciono en el libro -sin dar nombres- me llamasen y no lo han hecho. Yo creo que no me quieren decir nada, por sí difundo la respuesta.

-La Generalitat puso mucho empeño en conseguir una opinión pública internacional favorable.

-Y no lo han conseguido. Al final ha perdido la batalla del relato, ya que ahora mismo la única batalla mediática que se está luchando a nivel internacional es si hay delito de rebelión o no. Nadie habla ya del derecho de autodeterminación de Catalunya o de la declaración de independencia unilateral, simplemente se ve como una crisis enquistada y sin solución aparente.

-¿Ni con el cambio de Gobierno español?

-Es positivo que cambien los actores que han protagonizado todo el ‘procés’, especialmente aquellos que mandaron a los policías el 1-O, ya que esto demuestra que el Estado español no es “irreformable”, como sostenían algunos argumentos independentistas. El hecho que el PP se marche es favorable para Cataluña, aunque Pedro Sánchez está en una encerrona.

-¿Encerrona?

-Sí, porque la fractura es tan grande que es prácticamente imposible conciliar las dos partes ahora. De momento lo principal es rebajar las tensiones, y si lo consigue ya nos podemos dar por contentos. Otro punto importante para reducir la crispación sería que no hubieran políticos catalanes en la cárcel, porque el conflicto no debería haberse trasladado a los juzgados.

-¿Por qué decide escribir ahora el libro?

-Es una pregunta que me he hecho con frecuencia a mí misma. Creo que era mi deber como periodista explicar esta esquizofrenia y dicotomía entre el discurso político y privado de los dirigentes de la Generalitat. Aunque sobre todo intento dar voz a la sociedad civil y exponer la fractura social a la que han conducido los discursos románticos sobre la independencia.

-En el momento que estamos, parece imposible que no le cuelguen una etiqueta de un bando u otro.

-Intento mirar lo mínimo las redes sociales, pero he leído algunos comentarios en los que la gente monta teorías de la conspiración para intentar desacreditarme y poner en duda mi independencia. Pero lo que digo en el libro no es por interés, es por honestidad.