Pedro Sánchez ha dejado claro este sábado que trabaja con horizontes temporales muy amplios. El suyo no es un proyecto a corto plazo, ha subrayado durante su intervención ante el comité federal del PSOE, sino a largo. Para 10 años. Y en él, la búsqueda de puentes con los territorios, en especial con Cataluña, ocupará un lugar fundamental, hasta el punto de que el presidente del Gobierno ha anunciado que quiere que esta década sea "recordada como la del diálogo territorial y social". Su meta es que la nueva solución para Cataluña, que según ha asegurado no supondrá "ningún perjuicio" para las otras comunidades, tenga un respaldo tan amplio como el que recibió el 'Estatut' de 1979, que fue apoyado por el 88,1% de los catalanes. La marca parece muy difícil, casi imposible de repetir.

El actual discurso del líder socialista hacia el independentismo tiene poco que ver con el que desplegó en campaña. Si entonces empleaba un tono duro, cargaba contra una hipotética coalición con Podemos e insistía en que el Ejecutivo no podía "depender" del independentismo, ahora muestra palabras conciliadoras, gobierna junto a Pablo Iglesias y depende de ERC para aprobar los Presupuestos. Muchos dirigentes socialistas asisten con incomodidad a este giro, uno de los muchos que Sánchez ha llevado a cabo a lo largo de su trayectoria política, pero no han acudido a esta cita con la intención de criticarlo.

Respaldo a Sánchez

El comité federal del PSOE, máximo órgano del partido después del congreso, respaldará la estrategia de Sánchez de diálogo con los republicanos, plasmada en la mesa de diálogo entre el Gobierno central y la Generalitat, que en principio se reunirá a lo largo de este mes de febrero. Incluso los barones tradicionalmente más críticos con los guiños al independentismo se han mostrado conciliadores. A las puertas de la sede del PSOE, el presidente castellano-manchego, Emiliano García-Page, se ha limitado a alertar de que "no se puede poner en cuestión lo esencial, que son los parámetros constitucionales". La líder andaluza, Susana Díaz, ha abundado en la misma idea: "Ni hay diálogo sin legalidad ni legalidad sin diálogo. Tengo la tranquilidad y la seguridad de que el presidente del Gobierno unirá diálogo y legalidad". Por su parte, el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, ha señalado: "Solo hay un camino, que es el diálogo, y vamos a perseverar en él".

Frente a la "dialéctica estéril"

Ya dentro, Sánchez ha repasado las iniciativas aprobadas por el Ejecutivo en "poco más de cuatro semanas": subida del salario mínimo, alza del sueldo de los funcionarios, ley de eutanasia, pensiones, declaración de emergencia climática y la "agenda del reencuentro" con Cataluña, que desplegó durante su reciente reunión en Barcelona con el presidente catalán, Quim Torra.

"Debemos superar las tensiones territoriales que consumen tanta energía. Hay que superar la dialéctica estéril entre aquellos que dibujan una España que se comporta como una potencia despiadada frente a los territorios y a aquellos que tienen una visión uniforme de nuestro país. España es plural, es diversa. Desde ese reconocimiento queremos avanzar, para superar una década de errores que no se pueden volver a repetir. Una década presidida por el desencuentro. Existe una mayoría que exige el reencuentro. No va a cambiar en un mes lo que se ha abonado con tanta intensidad en 10 años, pero sí va a cambiar el rumbo. Esta década va a ser recordada por la década del diálogo social y territorial. Aquí no sobra nadie", ha argumentado Sánchez. Pero ese impulso al diálogo en Cataluña, que deberá alumbrar un nuevo pacto, no se hará, ha subrayado, "en perjuicio de otras necesidades territoriales apremiantes". El mensaje ha ido dirigido a calmar los temores de otros líderes autonómicos.