A dos semanas de la investidura, con la posibilidad creciente de un bloqueo que conduzca a elecciones, Pedro Sánchez se plantea una nueva fórmula de Gobierno para intentar cosechar el apoyo de Pablo Iglesias. Se trata de una tercera vía, a medio camino entre la coalición que reclama el líder morado y el Ejecutivo monocolor que propone el presidente: la incorporación de ministros que provengan de las confluencias de Podemos como independientes para asumir carteras técnicas, no de Estado. Sánchez pidió ayer a Iglesias mantener una reunión entre equipos negociadores para acercar posiciones, todavía muy alejadas.

Del intercambio de mensajes telefónicos no salió fecha para un encuentro. Mientras, el tiempo corre, la desconfianza perdura y Sánchez ha asumido ya que, en el nuevo escenario de fragmentación política, habrá que remodelar la Constitución para evitar que el atrincheramiento de los partidos conduzca a una repetición electoral. Cuando Sánchez oficializó, la semana pasada, su propuesta para incorporar a «independientes de prestigio» al Gobierno, no concretó qué perfiles encajarían en esa categoría. Ayer, en una entrevista en TVE, asumió que aceptaría bajo esa etiqueta a miembros de las alianzas de Podemos.

SIN «PREJUICIOS» / «A priori no tengo ningún prejuicio ni con militantes ni con dirigentes de Unidas Podemos o de sus confluencias», admitió el líder socialista, para explicar que ya en su anterior mandato incorporó a figuras independientes. «Si Podemos tiene un planteamiento semejante, estaría dispuesto a estudiarlo», concedió. Fuentes próximas al presidente convinieron en que «no habría problema» en incorporar como ministros independientes con «carteras técnicas» a perfiles de las confluencias moradas (Equo, En Marea, En Comú Podem e IU).

Tras el fracaso evidenciado en la última reunión, el martes, Sánchez reconoció que no ve posibilidades de incorporar a Podemos en una coalición de Gobierno como la que pide Iglesias por «discrepancias muy serias» sobre temas de Estado como la crisis en Cataluña. Citó el rechazo de los morados al 155, cuya aplicación recurrieron ante los tribunales. Sánchez argumenta que no tiene garantías de cómo actuaría Podemos si los independentistas vuelven a la unilateralidad y que no puede exponerse a una crisis gubernamental.

En el entorno del presidente subrayan que un Ejecutivo de coalición podría «estallar» en unos meses. Por ejemplo, tras la sentencia del juicio del procés. Algo así, señalan, sería «demoledor» para la izquierda. Inciden, también, en que Unidas Podemos es un grupo heterogéneo y poco cohesionado, donde conviven distintas sensibilidades, lo que imposibilita a Iglesias imponer disciplina de voto.

Sánchez dice estar persuadido de que no habrá elecciones en noviembre, pero la opción de un bloqueo es tan real que ayer confirmó lo que hasta ahora eran insinuaciones. A saber, que planteará una reforma constitucional para retocar su artículo 99 e impedir así que los partidos se atrincheren y obliguen a repetir comicios. Fuentes de la Moncloa sostienen que el modelo que estudian es similar al de la elección del presidente del Congreso, donde gana el candidato más votado por los diputados.

La clave, señalan, es hallar la fórmula para incorporar en este modelo un encaje para la figura del Rey, al entender que debe ser «salvaguardada». Los socialistas descartan otras posibilidades, como el ejemplo de Grecia, donde el partido más votado por los electores recibe un plus de 50 escaños, un modelo que defiende el PP. Eso acabaría dificultando el control al Gobierno.

Aunque la iniciativa, para la que se necesitan 210 diputados, podría lograr el apoyo de las derechas, Iglesias ya mostró ayer su rechazo. Unidas Podemos, además, tiene suficiente representación en el Congreso para forzar un referéndum sobre la reforma. En todo caso, Sánchez introduciría también modificaciones en la sucesión al trono (para evitar la prevalencia del hombre frente a la mujer) y la eliminación de los aforamientos.