Pedro Sánchez parece haber empezado a asumir que ERC necesita más tiempo para metabolizar su abstención en la investidura y que las prisas por ser reelegido antes de Navidad podrían llevar las negociaciones al fracaso por un exceso de presión. Ante ese riesgo, Sánchez paró el cronómetro ayer, en vísperas de la segunda reunión entre ambos partidos e introdujo en su calendario la posibilidad de esperar hasta enero.

Los socialistas no lo habían hecho hasta ahora, convencidos de que la frontera de las fiestas era también una barrera psicológica para los ciudadanos, que apremian para el desbloqueo, pero el presidente en funciones pareció captar el mensaje que ayer volvieron a enviar los republicanos: no tienen ninguna prisa..

Tanto el PSOE como ERC admiten que el clima que se ha creado entre los equipos negociadores es positivo y puede cosecharse un pacto. Pero no aún. No en la cita de hoy. El principal partido independentista en el Congreso trata desde hace días de aislarse de las múltiples presiones que les piden que aceleren el entendimiento e invistan a Sánchez antes de los turrones. Temen la factura electoral que puedan pasarles sus bases en unos comicios catalanes por un acuerdo precipitado. Transitar del Sánchez amenazando con aplicar el 155 en la campaña del 10-N al Sánchez dialogante necesita un tiempo de digestión, defienden. Y más aún con las acusaciones que les están lanzando desde el ala radical del independentismo.

ERC quiere un Gobierno progresista en Madrid, pero no a costa de perder más votos en Cataluña, después de que el 10-N obtuvieran 13 diputados, en lugar de los 15 de abril. El PSOE, que parecía indiferente a este contexto, asume ahora que la petición de los republicanos no era caprichosa y que tendrán que esperar más de lo previsto.

Sin fechas

El último recado pidiendo que frenaran las prisas lo dejó ayer a mediodía el vicepresident, Pere Aragonès. «Nosotros vamos a trabajar para un un acuerdo sólido, con garantías, un buen acuerdo, y esto a veces es inviable con que sea también un acuerdo rápido», alertó.

La Moncloa captó el mensaje. Por la tarde, Sánchez se abrió por primera vez a seguir negociando. «Nosotros queremos que haya un gobierno cuanto antes. No le quiero poner ninguna fecha. No sé si será el 12 de diciembre, el 20 de diciembre o el 8 de enero. No lo sé», respondió, desde la Cumbre del Clima a las preguntas de la prensa, después de tres semanas de mutismo.

Fue más taxativo cuando garantizó que no habrá que volver a pasar por las urnas. «Lo que no puede haber y no habrá son terceras elecciones», zanjó, y volvió a abrir el abanico al apelar, por primera vez desde que firmó el acuerdo de gobierno de coalición con Pablo Iglesias, al PP para que desbloquee la investidura. «Más allá de las fechas, de las negociaciones, lo importante es que todos los actores políticos seamos conscientes de que tenemos que aportar al desbloqueo. Nadie está pidiendo a ningún partido que renuncie a ser alternativa. Lo que pedimos es que permitan que haya gobierno en este país», planteó.

Voluntad común y sincera

Aunque los recelos perduran, PSOE y ERC han asumido que la voluntad de alcanzar un pacto es común y es sincera. Los dos partidos esperan avanzar en el encuentro de hoy, que se celebra a las cinco en el Congreso poco después de que las nuevas Cortes queden constituidas.

La formación independentista confía en obtener respuestas más concretas a su petición de un calendario para una mesa de negociación entre gobiernos. Aun así, su portavoz, Gabriel Rufián, se mostró prudente. «Estamos frente a un conflicto político de una envergadura tan enorme y extraordinaria que no se puede cerrar en una reunión», avisó.

Por su parte, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, aplaudió ayer la predisposición de PSOE y ERC para llegar al diálogo y resaltó que «se están esforzando» para desencallar la situación. «Hay que ser respetuoso con todos los actores políticos», contestó el líder morado a la entrada de la inauguración de la Cumbre del Clima.