Pedro Sánchez admite sin cortapisas por primera vez que la economía española va a vivir una «desaceleración» económica, un «enfriamiento» que necesita un Gobierno estable que aplique políticas progresistas para ayudar a las clases media y trabajadora en momentos difíciles. El presidente en funciones defiende que, ante ese horizonte amenazador, es vital un Ejecutivo sólido, profesional, alejado de la idea de coalición con Unidas Podemos que, a su juicio, hubiese implicado la entrada en la Moncloa de perfiles sin experiencia para encarar las turbulencias a las que se enfrenta el país.

En una entrevista en La Sexta puso nombre a ese temor. «Yo sería presidente el Gobierno, pero por la noche no dormiría tranquilo ni tampoco el 95% de los ciudadanos», de haber aceptado la coalición, repitió en varias ocasiones. Entre los insomnes, dijo, estarían incluso los votantes morados. Subrayó que no fue una decisión sencilla y pidió a los españoles que comprendieran que, por responsabilidad, no podía compartir el Gobierno y carteras de «enorme trascendencia» con personas «sin experiencia de política y de gestión».

El presidente en funciones cargó contra Pablo Iglesias, le acusó de querer crear un Ejecutivo «bicéfalo» y de ser capaz, incluso, de «arramblar» contra Manuela Carmena en el Ayuntamiento de Madrid.

Admitió que comprende el sentimiento de frustración que puede vivir la ciudadanía por la repetición electoral, pero insistió que el camino fácil no siempre es el bueno: «¿Merece la pena un gobierno condenado a fracasar en unos meses?», planteó, para volver a mostrar sus discrepancias con los morados en la solución para la crisis catalana. Ahora, opina, la ciudadanía tiene «mucha más información» para afrontar el 10-N y «cerrar una fase de inestabilidad política».

Ese Ejecutivo fuerte, dijo, no pasa por un pacto de Gobierno con Ciudadanos tras el 10-N, como señala Iglesias. «Me parece de ciencia ficción», zanjó.

El presidente en funciones insistirá en estos argumentos durante los casi dos meses que quedan hasta las elecciones. También en el único debate en el que ha aceptado participar, que esta vez, junto a Pablo Casado, Albert Rivera e Iglesias y el propio Sánchez, contará con Santiago Abascal. Los socialistas apostaron sin éxito en la pasada campaña por la presencia de Vox en estas citas. Les venía bien para llamar a la participación frente al avance de la «triple derecha». Pero ahora, con el partido ultra en declive y Casado más centrado, «hay menos miedo», reconocen en la dirección del PSOE.

Este cambio, junto al enfado que puede haber provocado la vuelta a las urnas, hace que el principal temor entre los socialistas, incluidos numerosos barones, sea la desmovilización de su electorado. Para combatir este ánimo, el secretario de organización, José Luis Ábalos, dijo tras la ejecutiva del partido: «No hay ningún miedo a la abstención».

SEÑALAR AL CULPABLE / En la dirección del PSOE creen que uno de los factores clave del 10-N será la percepción de quién es el culpable de la repetición electoral. Mientras la oposición señala a Sánchez, los socialistas miran al PP, a Cs y, sobre todo, a Podemos, con quien el presidente descartó en la reunión interna abordar una coalición tras los comicios.

«Yo siento que mi propio voto me lo han robado, que me han usurpado esa victoria electoral», dijo Ábalos. En pocos minutos acusó a la oposición de «boicotear» la formación de Gobierno, «abusar del procedimiento» de investidura, comportarse según el «tacticismo personalista» de sus líderes y tener «propósitos infantiles». El más señalado fue el líder de Podemos: «Puede entenderse que la derecha quiera repetir elecciones. Lo que no es tan entendible es que Iglesias haya dado una bola extra a la derecha».