El PSOE asegura no buscar elecciones. Los socialistas señalan que como partido más votado son quienes menos argumentos tienen para volver a las urnas, pero también explican que no pueden permanecer ajenos a la coyuntura. Tras el fracaso de la investidura de Pedro Sánchez, solo un pacto antes del 23 de septiembre puede evitar volver a las urnas. Los socialistas observan la actitud de Podemos, que sigue poniendo la coalición como requisito indispensable para el apoyo, y no son optimistas. Todavía creen que puede haber margen, pero al mismo tiempo, por si no hay investidura, han entrado en modo precampaña.

La reciente ronda de contactos de Sánchez con la sociedad civil es tanto una forma de presionar a los morados como una preparación de la hipotética contienda para unas generales, las cuartas en menos de cuatro años, que tendrían lugar el 10 de noviembre. Si el movimiento logra su objetivo e Iglesias acepta respaldar un gobierno monocolor socialista a cambio de medidas concretas, el líder del PSOE será reelegido presidente, con una aritmética parlamentaria complicada, pero mejor que tras la moción de censura.

Y si no consigue que Podemos le apoye, Sánchez habrá fortalecido el relato que quiere trasladar. Un candidato al que ningún otro adversario hace sombra en votos, que ha demostrado que está dispuesto a hacer cesiones para llegar a pactos, primero aceptando una coalición y después abriendo sus propuestas más allá del Congreso para buscar sintonías. Un candidato que, según los suyos, «está haciendo todo lo posible» para que haya gobierno, frente a otros líderes políticos que o bien se encuentran cegados por los cargos (Iglesias) o bien dan la espalda a su «responsabilidad» de evitar elecciones permitiendo con su abstención que la legislatura eche a andar, en referencia a Pablo Casado y Albert Rivera.

La estrategia desprende el aroma del principal asesor del líder del PSOE, su jefe de gabinete, Iván Redondo, un consultor político sin pedigrí dentro del partido (antes trabajó con Xabier García Albiol en Badalona y con José Antonio Monago en Extremadura, ambos del PP) y muy dado a las iniciativas en las que, pase lo que pase, Pedro Sánchez acaba ganando.

Ya ocurrió con los Presupuestos de este año. El presidente había anunciado que no los presentaría si no tenía los apoyos asegurados, pero al final decidió hacerlo. Si salían adelante, se apuntaba un tanto. Y si no, podría anunciar el adelanto electoral, algo que acabó haciendo, y desterrar las acusaciones de haberse «entregado» al independentismo, como denunciaban el PP y Cs, argumentado que habían sido ERC y el PDECat (ahora JxCat) quienes habían cortado el paso a las cuentas públicas uniendo su no al de la derecha.

UN MENSAJE MUY DURO / En su comparecencia tras verse con el Rey en Mallorca, el pasado miércoles, Sánchez evitó ser optimista sobre el pacto. Lo máximo que dijo en este sentido fue: «Yo no tiro la toalla, yo no pierdo la esperanza». Al mismo tiempo, se esforzó en plasmar la dificultad de su relación actual con Iglesias, poniendo el foco en la distancia que le separa del líder de Podemos. «El señor Iglesias ha pedido un gobierno de coalición con un argumento que tenía que ver con la supuesta desconfianza que tiene en el PSOE en la acción del gobierno -dijo el líder socialista-. Tengo que decirle que de tantas veces que le he escuchado decir que desconfía del PSOE, he acabado por desconfiar yo también de las posiciones del señor Iglesias y Podemos. Por tanto, es recíproca esa desconfianza, máxime cuando la investidura falló».

No parecen palabras destinadas a preparar el terreno para un pacto. Más bien, a perfilar una campaña en la que, de celebrarse, los socialistas aspiran a mejorar sus resultados acusando a Podemos de estar «obsesionado» con los «sillones» en lugar de con las medidas, y también hurgando en la deriva hacia la derecha de Ciudadanos, que ha pactado con el PP y Vox muchas autonomías y municipios. Pero todavía queda mucho hasta el 23 de septiembre. En este mes y medio puede pasar de todo, reconocen varios dirigentes socialistas, desde que Podemos acepte la oferta de un gobierno monocolor hasta, incluso, que Sánchez resucite en el último momento la coalición. Sin embargo, las expectativas de un acuerdo no cotizan al alza. Después de las generales del pasado 28 de abril, en la dirección del PSOE y Podemos se daba por seguro que acabaría habiendo pacto, por muy complicado que fuera. Ahora ya no.

CARMEN CALVO / La vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo, trató ayer de descargar responsabilidad del PSOE en la posible repetición electoral asegurando que «ni el partido ni el ejecutivo» que lidera Pedro Sánchez «quieren nuevas elecciones», porque «los ciudadanos ya han decidido de forma libre y responsable» que quieren «un gobierno progresista». No obstante, dejó claro que no hay alternativa. «La única solución justa y razonable es abrir paso a la lista más votada, y a mucha distancia de las demás», recalcó, por lo que apeló a la «responsabilidad y madurez» del resto de formaciones, informa Julia Camacho.

En Marbella (Málaga), el vicesecretario de comunicación del PP, Pablo Montesinos, aseguró ayer que el PP tiene un «equipo preparado» y un «proyecto ilusionante» para «dar la batalla» y para «volver a conectar con todos los votantes de centroderecha» en el caso de que se produzca una convocatoria electoral. Y se reafirmó en que el PP no va a facilitar la investidura de Sánchez.