Los recelos que la oposición ha venido manifestando en los últimos días respecto a una reedición de los Pactos de la Moncloa no parecen descorazonar al Gobierno. Pedro Sánchez presentó formalmente ante el Congreso de los Diputados ayer su intención de poner en marcha un acuerdo global que permita reconstruir el país tras la «gran crisis social y económica» que ha desencadenado el coronavirus. Determinado a buscar esa unidad de acción, el presidente ha citado para la próxima semana a todos los partidos políticos, presidentes autonómicos, patronal y sindicatos. La oposición no ha recogido mayoritariamente el guante, a pesar de que Sánchez ha insistido en que estos pactos son de «obligación nacional». «Podemos ser el único país del mundo cuya oposición no está a la altura de la mayor emergencia sanitaria de nuestra democracia», lamentó.

PRÓRROGA / Mientras se tejen o no acuerdos políticos, Sánchez ha dado por hecho que España necesitará, por lo menos, otra prórroga del estado de alarma. La que ayer aprobó el Parlamento, con el apoyo de 270 votos de PSOE, Podemos, el PP y Cs, entre otros, llega al 26 de abril. Solo Vox y la CUP votaron en contra. Según lo adelantado por el presidente, la próxima sería hasta el 10 de mayo.

«Lo que propongo es un gran acuerdo nacional para la reconstrucción económica y social en el que participen todas las fuerzas dispuestas a arrimar el hombro», apeló Sánchez. «Hoy aquí, en esta Cámara que congrega a los representantes legítimos solo les pido unidad y lealtad, que es la forma en la que los responsables políticos podemos contribuir al sacrificio, a la resistencia y a la victoria de nuestro pueblo», clamó. «¿Están dispuestos?», planteó, y les apeló a que convenzan a sus respectivos grupos en la UE para conseguir los coronabonos.

Consciente de las múltiples críticas que han llovido a su propuesta desde la oposición, fundamentalmente desde el PP, Sánchez se comprometió a descartar algunas de las supuestas desviaciones que podrían conllevar los pactos. Tomando la acusación de Pablo Casado de que los acuerdos podrían llevar a un «cambio de régimen», el jefe del Ejecutivo garantizó que el régimen seguirá siendo la Constitución. Se comprometió a someterse a control parlamentario, a actuar con transparencia informativa y a no excluir a nadie. «Perfecto, estarán todos los que estén dispuestos a arrimar el hombro y quieran hacerlo», aprobó.

Tras escuchar las acusaciones que le señalan por entorpecer la actuación de las autonomías, el presidente advirtió que no ha habido recentralización en materia sanitaria y que los territorios, que han mantenido sus competencias, han tenido libertad para hacer sus compras. En este punto recordó a los presidentes autonómicos que las residencias de ancianos son su responsabilidad y les pidió que tomen medidas.

Desde las filas de ERC, Gabriel Rufián, mostró su recelo a reeditar los Pactos de la Moncloa, mostrando por el camino que la división a raíz del coronavirus también incluye a los aliados tradicionales de Sánchez, ahora alejados del Gobierno.

PACTOS MÚLTIPLES / A juicio del republicano, un pacto de Estado como el defendido por el presidente no se traducirá en una agenda social sino en una «bunkerización», en un cierre de las elites. «Lo que tenemos por delante no se cierra con la cúpula de cuatro partidos, un Ejército y un Rey encerrados en un despacho de la Moncloa. No habrá pacto sin pacto previo en Europa; no habrá Pactos de la Moncloa en España si no hay un pacto en Bruselas o Estrasburgo previo. Es más, no habrá Pactos de la Moncloa si no hay pactos de Ajuria Enea en Euskadi, o del Palau de la Generalitat en Cataluña», advirtió, y llamó a un «nuevo contrato social».

Al igual que Rufián, Íñigo Errejón defendió que se mantenga la suspensión de todas las actividades económicas no esenciales para evitar nuevos contagios a partir de mañana. «La sanidad pública, además de los aplausos, necesita financiación y mantener el país parado», planteó. «No hay que aflojar. La salud del país está por encima de cualquier cálculo económico o político», subrayó.

El PNV, como es habitual, mostró un perfil conciliador. Su portavoz, Aitor Esteban, avanzó el apoyo de los nacionalistas vascos a la prórroga de la alarma, pero, como otros partidos, criticó al Gobierno por su incomunicación. «Nos falta más diálogo, más cruce de información. A la hora de formular los decretos leyes, lo que le solicito es que haya más diálogo con quien después los va a implementar», afirmó el parlamentario vasco.