La batalla por la hegemonía independentista entre Esquerra y Junts per Catalunya no es noticia. Ayer en el Congreso, Gabriel Rufián subrayó más que nunca la división ideológica izquierda-derecha, el posibilismo frente a la «magia», mientras la posconvergente Laura Borràs se revolvía contra el «ofensivo» discurso de Rufián. Desde el minuto uno, la intervención de Rufián -hábil en el estilo parlamentario ácido- se centró en buscar las cosquillas de su socio del Govern. Levantó la mano para reivindicar que a ERC no la manda nadie y reivindicó la gestión y el liderazgo del acuerdo alcanzado con el PSOE para la prórroga, basado en obtener la gestión territorializada de los fondos europeos de reconstrucción, la creación de un nuevo marco legal para evitar en el futuro usar el mecanismo del estado de alarma, y la reactivación de la mesa de diálogo sobre el conflicto catalán.

En realidad, la batalla JxCat-ERC trasciende a la prórroga. Pero Borràs se esforzó en descalificar lo acordado por republicanos y socialistas.

En todo ello subyace la batalla en el soberanismo de pactar o no con el Gobierno del PSOE. Junts per Catalunya no invistió a Sánchez e incluso dirigentes como el expresident Carles Puigdemont recelaron de apoyar la moción de censura a Mariano Rajoy. Por ello ayer Laura Borràs, cuando descalificaba a Sánchez y a su gestión, estaba enviando un mensaje al independentismo: ERC se equivoca apoyando a un Ejecutivo que recentraliza.

Pujol y Aznar

Respondiendo a las críticas que quizás intuía que recibiría, Rufián espetó: «No me consta que Pujol fuera independentista, nosotros sí, no me consta que fuera de izquierdas, nosotros sí, no me consta que hayamos investido a José María Aznar; CDC, sí». El republicano insistió en ponerse el vestido de hombre realista frente a la «superchería».

Rufián también quiso dejar en la cuneta a JxCat cuando reclamó a Sánchez que sitúe a ERC como interlocutor privilegiado: «La pervivencia de la mesa de diálogo pasa por la pervivencia de ERC como actor imprescindible en la gobernabilidad». Y pidió al PSOE escoger entre Ciudadanos y ERC.

Todo ello acompañado de una invitación a acuerdos entre las izquierdas frente a las derechas españolas y al «fascismo», flanco que obvió Borràs. Rufián también pidió una gestión de la pandemia mediante «soberanías consensuadas» frente al timón único exigido por Borràs.

Consciente de los torpedos recibidos, Borràs pidió unidad independentista y mirar al futuro. A lo cual Rufián contestó: «Si no sois Convergència no os tenéis que cabrear porque hable de Pujol, es como si Ciudadanos estuviera cabreado por hablar de UPD o Vox sobre el PP». Rufián afeó a JxCat que criticara el voto de ERC por coincidir con el de Ciudadanos, un argumento de «bajo nivel intelectual». «Es como si dijera que vuestro voto es el mismo de Vox».