Importantes dirigentes de Ciudadanos admiten cuando tienen los micrófonos lejos que, aunque piden al PP que deje atrás la corrupción y se renueve, es lo último que desean. Albert Rivera y los suyos temen el músculo con el que los populares cuentan hasta en el último pueblo de España y saben del impulso que pueden coger si Mariano Rajoy decide dar un paso atrás y acierta con su dedazo. Por eso, conscientes de esa carencia a nivel local y autonómico, el presidente del partido naranja va a visitar «todos los rincones» de España para conocer «los problemas reales de la sociedad» antes de intentar ganarse la Moncloa en las generales del 2020 (si no se anticipan).

En el congreso que este fin de semana se ha celebrado en Coslada (Madrid), Ciudadanos ha certificado que deja de ser Ciutadans y que Ciudadanos deja de ser ya solo Rivera. Los naranjas quieren cerrar la etapa de hiperactividad de su principal dirigente, ese Rivera que parecía que se multiplicaba para salir en todas las cadenas y en todas las radios desde bien temprano. Para conseguir este objetivo, el político catalán se ha propuesto confiar en su núcleo duro y no tomar todas las decisiones del día a día. «Voy a delegar funciones para poder patearme literalmente hasta el último pueblo y provincia de España», proclamó ayer ante un auditorio entregado.

UN CONGRESO MUY FÁCIL / Rivera cerró con un discurso la asamblea general (como llaman en Ciudadanos a este cónclave de Coslada). Ha sido un congreso muy fácil para su líder; todos los miembros pertenecientes al consejo general son afines al líder, que ha logrado imponer todos los cambios que quería en el ideario, los estatutos y la estrategia política. Sabedor de que el abandono de la etiqueta «socialdemócrata» y el abrazo del liberalismo escuece en un sector del partido en Cataluña, inició su alocución con un guiño sobre este asunto. «No olvidemos nunca de dónde venimos, pero tampoco nos olvidemos del rumbo que hemos marcado para saber adónde vamos. Los liberales de Cádiz han vuelto y han vuelto para gobernar España», proclamó en referencia al espíritu que envolvió la redacción de la Constitución de 1812. El público presente en la asamblea rompió en el aplauso más largo de toda su intervención.

Rivera argumentó la modificación del ideario porque, en su opinión, es el liberalismo político el que puede dar soluciones «a los que se han caído» por la globalización, porque ni el proyecto de los conservadores ni el de los socialistas funcionan ya en el siglo XXI. «El populismo y el nacionalismo se aprovechan de esas circunstancias», advirtió.

Y si él se ha propuesto recorrer la geografía española, al resto de los militantes y cargos intermedios les exigió que aprovechen hasta el próximo ciclo electoral, que empieza en el 2019 con municipales y autonómicas, para «formarse».

En la clausura también tomó la palabra Guy Verhofstadt, presidente de los liberales en el Parlamento Europeo, el grupo donde está integrado Ciudadanos. Verhofstadt celebró que el partido naranja esté acabando con el sistema bipartidista en España y mostró su esperanza en que Rivera más pronto que tarde se sume a la lista de políticos liberales que gobiernan en los países europeos. El político belga cargó contra el presidente de EEUU, Donald Trump, y denunció que está intentando desintegrar Europa con su nacionalismo y populismo.

PLENO EN EL CONSEJO GENERAL / Durante la segunda y última jornada del congreso de Ciudadanos se votaron a los 125 miembros del consejo general. La dirección del partido tenía asegurado el control del órgano, el más importante que se reúne entre congresos, ya que solo se presentaron ocho independientes a la lista que planteó Rivera. Finalmente ninguno de ellos consiguió colarse entre los 125 que había bendecido la dirección.

Once años después de la fundación del partido naranja, Albert Rivera sigue con las riendas bien cogidas y en este congreso celebrado el fin de semana se ha asegurado otros cuatro años de tranquilidad.