En la víspera de que el Gobierno active la aplicación del artículo 155 de la Constitución en el Consejo de Ministros extraordinario, el Rey envió un mensaje de confianza en la capacidad del Estado para solucionar el desafío independentista y su convicción de que Cataluña continuará siendo parte sustancial de España. Desde Oviedo, en su discurso de entrega de los premios Princesa de Asturias, Felipe VI asumió ayer que debe haber una respuesta democrática para evitar el riesgo de una división «dolorosa y desgarradora».

«España tiene que hacer frente a un inaceptable intento de secesión en una parte de su territorio nacional, y lo resolverá por medio de sus legítimas instituciones democráticas, dentro del respeto a nuestra Constitución y ateniéndose a los valores y principios de la democracia parlamentaria», defendió. Escuchándole, entre las autoridades asistentes a la ceremonia estuvo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, por primera vez.

En un discurso en el que latía su profunda preocupación por los riesgos de la crisis abierta entre Gobierno y Generalitat, el Rey abogó por un futuro en común. «La España del siglo XXI de la que Cataluña es y será una parte esencial, debe basarse en una suma leal y solidaria de esfuerzos, de sentimientos, de afectos y de proyectos. Una suma que siga alimentando nuestra vocación universal, nuestro legítimo orgullo de pertenecer a la gran realidad democrática que es Europa», destacó.

En su reflexión, llamó a no volver a cometer «errores del pasado», a alejarse del «rencor y las fracturas» y advirtió que «ningún proyecto de progreso y libertad se sustenta en la desafección ni en la división -siempre dolorosa y desgarradora- de la sociedad, de las familias y de los amigos».

Argumentó que en democracia los españoles han compartido éxitos y fracasos, experiencias que pidió «no olvidar» para poner en valor la España «abierta y solidaria» que emergió de la Transición para que «los pueblos que la integran viesen protegidas, reconocidas y respetadas sus lenguas, sus culturas, sus tradiciones y sus instituciones, como un verdadero patrimonio común».

Sin citar a las instituciones catalanas, ni las consecuencias económicas de una eventual independencia, ni la fuga empresarial y financiera, enfatizó que ningún proyecto político puede llevar al «aislamiento o al empobrecimiento de un pueblo». A esa ciudadanía se dirigió para poner su sensatez y seriedad como ejemplo a seguir. «Son tiempos para la responsabilidad. Nuestros ciudadanos lo merecen. Unos ciudadanos que desean convivir y progresar en paz y que diariamente ofrecen un ejemplo de sacrificio, entrega y compromiso con su país», apeló. Alegó Felipe VI que es en estos «tiempos duros» cuando resulta más necesario reivindicar los valores y principios consagrados por la democracia en España desde hace cuatro décadas, con la misma inspiración que había guiado antes a un continente herido que salía de la Segunda Guerra Mundial.

Apoyado en las felicitaciones al premio Princesa de Asturias de la Concordia, que este año recibe la UE, el Rey recordó el triunfo de la democracia frente al «rencor» en el seno de Europa tras los sufrimientos padecidos por los ciudadanos durante el conflicto bélico. Recordó que el proyecto europeo nace con la voluntad de los estados que la integran de unirse en un «proyecto común de paz, solidaridad y progreso». «Lo hicieron -y lo seguimos haciendo- para que nunca nos permitamos dar un paso atrás, hacia el sectarismo, la arbitrariedad y la división, hacia el horror», alertó.

El monarca subrayó que la UE representa «la firmeza democrática frente al fanatismo; la libertad frente a la tiranía; la convivencia frente a la discordia; la cultura frente a la ignorancia». Pidió que el proyecto europeo no se desvanezca por «nuevos desafíos» que pongan en riesgo el sueño de los millones de ciudadanos que, tras la «desolación», apostaron por la paz y la concordia.