La presión sobre Albert Rivera para que se abstenga y facilite la investidura de Pedro Sánchez crece y llega esta vez de un político que ya no está en la primera línea y que se resiste, como dice (y ha hecho casi siempre), «a dar titulares». El expresidente Mariano Rajoy, que volvió a trabajar como registrador de la propiedad tras la moción de censura, aseguró ayer que «no sería bueno» que en España se repitieran elecciones generales, algo que él ya vivió en 2016, y pidió un «esfuerzo para que se cierre pronto» un Ejecutivo estable. En su opinión, un acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos, con un «programa de Gobierno» pactado, daría una «sólida mayoría». Los naranjas respondieron a Rajoy que no espere que Rivera y los suyos allanen el camino a Sánchez: que se lo pida a su partido, le dijo Ignacio Aguado, jefe de Ciudadanos en Madrid.

El expresidente gallego, que coincide en esto con Pablo Casado, que también pidió la abstención al político catalán, hizo estas declaraciones en una charla en el Foro Premium del Atlántico, que organizó en Tenerife el Diario de Avisos. Recordó que él, cuando tuvo que hacer frente a un escenario parecido tras las generales del 2015, propuso la creación de una «gran coalición PP-PSOE» que no prosperó, una opción a la que no se refirió en esta ocasión. Rajoy apuesta por que Sánchez conforme un Ejecutivo «lo más moderado y centrado posible» que aplique una política económica «prudente», controle el déficit, reduzca la deuda pública, no suba impuestos y no derogue la reforma laboral porque considera que ha sido «decisiva».

En el foro de la isla canaria, Rajoy también respondió preguntas sobre su nueva vida, en la que ha descubierto que «hay una cosa que se llama fines de semana». En un tono distendido, aseguró que «la política es muy dura» y «se puede vivir muy bien» cuando se deja.

Dardo al PNV

Sobre la moción de censura explicó que el PNV, gracias al cual Sánchez la sacó adelante, aún no ha contado «cómo a los pocos días de aprobar los Presupuestos» dio la espalda al PP y apoyó al líder socialista. «Lo lógico es que a quien le aprueban un Presupuesto le dejen ejecutarlo», reivindicó antes de defender que la sentencia de la Gürtel que desencadenó todo el proceso «nada tenía que ver con el Gobierno». Aquel fallo judicial dio por probada la existencia de una caja b en el PP y restó credibilidad al testimonio de Rajoy en la Audiencia.

Ese día clave, cuando ya supo que los nacionalistas vascos tumbarían su Ejecutivo, Rajoy se fue a un restaurante cercano al Congreso con algunos ministros y algunos de sus asesores más cercanos. «Hay mucha leyenda urbana en relación a eso», dijo en referencia a las horas que pasó allí dentro. Según él, «no pasó nada» y solo hablaron «de lo divino y lo humano».