La política tiene sus tiempos y en opinión del expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, la hora de Pedro Sánchez de definir su posición respecto a Cataluña ha llegado. En su regreso triunfal ayer a Bélgica, lo primero que dejó claro es que «el periodo de gracia» del presidente del Ejecutivo español «también se acaba», que el dirigente socialista no tiene «ningún cheque en blanco» y que tras el parón estival debe «pasar de las palabras a los hechos».

Su mensaje, lanzado horas antes de celebrar su regreso ante dos centenares de simpatizantes en la Casa de la República, no sonó a ultimátum pero sí a advertencia. «A todo presidente electo se le concede un periodo de gracia», pero esto «no es ningún cheque en blanco. Lo que estamos esperando todos es saber cuál es la receta de Sánchez ante lo que ha reconocido es un problema político», porque «no se puede querer los votos para convertirse en presidente y luego no actuar en consecuencia», avisó en compañía del president Quim Torra.

Lo que ambos esperan del nuevo curso político, que arrancará en septiembre, es que venga acompañado de movimientos. Más concretamente, que el líder socialista les «ilumine» sobre «cuál es su receta» para resolver el problema político catalán. Puigdemont no planteó líneas rojas ni condiciona el apoyo al Ejecutivo central a las propuestas, porque eso corresponde -ha dicho- al grupo parlamentario, pero dejó claro que espera sus recetas y pronto.

Mientras tanto, retomará poco a poco la agenda política que abandonó tras su detención en Alemania para seguir internalizando el proceso soberanista en Europa. «Actuaré como lo que soy, un hombre libre, con mis ideas políticas, mis deberes pero sin necesidad de pedir asilo político». Así que, «abandonen toda esperanza de que nos aclimataremos a un estado de represión, a una monarquía de represión» porque «mi viaje no terminará hasta que todos los prisioneros políticos sean liberados, puedan volver del exilio y los catalanes puedan ejercer su derecho a la libre determinación», defendió.

Según Quim Torra, la gran batalla de esta legislatura será el derecho a la autodeterminación. «A este tema es al que tenemos que dar respuesta» porque «todo esto ha pasado por haber ejercido el derecho de autodeterminación», explicó en su primera visita a la delegación que dirige ahora la exconsejera Meritxell Serret.

Tal y como le transmitió al propio Sánchez durante su reunión en la Moncloa el pasado 9 de julio, Torra admitió que tienen «un otoño complicado por delante» porque tienen «posiciones absolutamente opuestas» pero espera que terminen «convergiendo». En este sentido se mostró abierto a una eventual mediación internacional si hiciera falta para llegar a acuerdos y pidió a los catalanes que sigan preparándose porque vendrán «más dificultades y sacrificios».

Ni Puigdemont ni Torra escatimaron críticas al sistema judicial y peticiones de liberación de los políticos encarcelados. En Waterloo, localidad en la que se ubica la llamada Casa de la República, celebraron un acto a favor de «los presos y los exiliados». «No hay motivos para que pasen ni un minuto más en prisión», recordaron entre aplausos.

Fue un acto breve, pero «simbólicamente importante», según Puigdemont, al que acudieron unos 200 simpatizantes y políticos llegados desde Cataluña para apoyar al expresident, a los ex consejeros Meritxell Serret, Toni Comín, Lluis Puig y Clara Ponsatí y a los presos. Entre ellos, varios consejeros del actual Govern, representantes de Omnium, ANC, familiares de presos, el abogado que defiende su causa ante la ONU, Ben Emerson, y el rapero Valtonyc.