El PSOE y el PDECat llevan meses negociando con sigilo, independientemente de los mensajes públicos que se lancen el Gobierno y la Generalitat en cada momento, cambios legales para acabar con una parte de la polémica reforma laboral aprobada por Mariano Rajoy en el 2012. Las conversaciones comenzaron antes de verano y han continuado durante todo este tiempo, sin verse afectadas por el ultimátum de Quim Torra a Pedro Sánchez para que acepte un referéndum de autodeterminación en Cataluña, ni por las acusaciones de la fiscalía a los líderes del procés. Según fuentes parlamentarias, se espera que fructifiquen en diciembre a través de un acuerdo que devolverá a los trabajadores algunos de los derechos que perdieron hace seis años. En especial, la contrarreforma recuperará el poder de los convenios sectoriales en la negociación colectiva, poniendo fin a la actual primacía de los convenios de empresa.

Las vías de comunicación entre socialistas y posconvergentes son sólidas. Fuentes de la Moncloa explican que incluso en los momentos más tensos, el tono empleado en «privado» por los dirigentes independentistas siempre ha sido «bueno», muy distinto a la «épica» de sus declaraciones, algo que confían que se plasme en la cita que el mes que viene mantendrán Sánchez y Torra en Barcelona. En el Gobierno continúan sin dar por perdida la batalla presupuestaria, pese a que reconocen que se presenta muy difícil. Los posconvergentes insisten en que no negociarán las cuentas del año que viene, e incluso se plantean presentar una enmienda a la totalidad.

SIN MAYORÍA / Pero la negociación laboral discurre por otro camino. A mediados del pasado junio, en su primera entrevista, dos semanas después de haber llegado a la Moncloa, Sánchez dijo que le «gustaría» tumbar toda la reforma laboral, pero que no había en el Parlamento una suma capaz de hacerlo. «Hay que ser realistas. En el Congreso ahora mismo no existe una mayoría para derogarla. Lo que sí existe es una mayoría para retocar algunos artículos muy lesivos», explicó el jefe del Ejecutivo en TVE. El mensaje iba dirigido, sobre todo, al PDECat. Los soberanistas, entonces dentro de CiU, apoyaron en su día la reforma de Rajoy. La mayoría que hizo prosperar la moción de censura de Sánchez a Rajoy no se puede trasladar, por tanto, a la legislación laboral. De ahí que el PSOE haya comenzado a negociar con los posconvergentes. Consideran que si logran sellar un pacto con ellos, el resto de grupos, a excepción del PP y Ciudadanos, no se opondrá.

Con ERC, los socialistas todavía no han tratado la contrarreforma. «Ya nos llamarán cuando nos necesiten», señalan fuentes republicanas. Con Podemos, su principal socio, hay conversaciones en marcha. Las líneas generales de esta iniciativa ya están recogidas en el acuerdo que alcanzaron Sánchez y Pablo Iglesias para los Presupuestos del año que viene. El documento establece la necesidad de «derogar, antes de finalizar el 2018, los aspectos más lesivos de la reforma laboral, particularmente en materia de negociación colectiva».

La contrarreforma se pretende llevar a cabo aprovechando una proposición de ley contra la precariedad de los trabajadores subcontratados, que sigue en tramitación parlamentaria tras ser registrada en el 2016. La propuesta original se limita a este apartado, pero socialistas y posconvergentes quieren ir más allá, modificando el artículo 84 del estatuto de los trabajadores para que los convenios sectoriales vuelvan a tener prioridad frente a los de empresa cuando los segundos supongan un menoscabo en las condiciones laborales.

ACUERDOS COLECTIVOS / La preeminencia de los acuerdos colectivos empresariales sobre los del sector fue uno de los principales instrumentos que empleó el anterior Gobierno del PP para propiciar una devaluación salarial. «Hay coincidencia en que los convenios de empresa no pueden servir para devaluar los sueldos», explican fuentes parlamentarias. Donde no existe tanta sintonía, continúan, es en los métodos para acabar con la actual dualidad entre trabajadores fijos y temporales. Las fuentes consultadas señalan que, en principio, no habrá acuerdo en esta materia.