La negociación parecía encarrilada, el acuerdo inminente. Los negociadores del PSOE, el PSC y ERC llevaban semanas reuniéndose. Los socialistas habían aceptado una mesa de negociación entre gobiernos sobre el "conflicto político" en Cataluña, asumiendo cierta bilateralidad en las relaciones del Ejecutivo y la Generalitat, y los republicanos se comprometían a volver a los foros multilaterales, donde todas las comunidades autónomas toman asiento. Ambas partes se mostraban optimistas. Decían que solo "factores externos" podrían amenazar el pacto. Y entonces, desde Estrasburgo, un lugar muy alejado de la investidura de Pedro Sánchez, llegó la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre Oriol Junqueras.

El fallo, que reconoce la inmunidad como europarlamentario del 'exvicepresident' en contra de los criterios del Tribunal Supremo, ha cambiado los términos de la negociación, provocando que el PSOE reconozca lo difícil y compleja que será esta legislatura, si es que arranca, debido a su dependencia de ERC. "Nos van a hacer vivir en el alambre constantemente", reconocen en la dirección socialista, donde la sensación es de vértigo ante la etapa política que parece a punto de comenzar. Y al mismo tiempo, de falta de alternativas.

Planes al traste

La sentencia del TJUE, emitida la semana pasada, ha echado por tierra los planes del Ejecutivo para que Sánchez sea investido antes de que acabe el año. Los republicanos, cuya abstención resulta indispensable, anunciaron que no firmarían ningún acuerdo hasta conocer el escrito de la Abogacía del Estado, que antes del próximo 3 de enero señalará cómo se debería aplicar el fallo sobre Junqueras, condenado a 13 años de cárcel. La última palabra la tiene el Supremo, pero el informe de la Abogacía, una institución que depende del Gobierno, goza de un enorme valor político, con los republicanos pidiendo la anulación de todo el juicio al 'procés' o, al menos, que su líder pueda recoger el acta de diputado en la Eurocámara, como ha hecho Carles Puigdemont.

Fuentes de la Moncloa reconocen la dificultad de conjugar el "gesto" que busca ERC con la necesidad de no echar por tierra la condena del Supremo. Pero anticipan que el lunes la Abogacía elevará su escrito y confían en que entonces todo se resuelva, hasta el punto de que una investidura entre el 2 y el 5 de enero se considera "factible".

"Esto es un ejemplo de lo que nos puede acabar pasando durante toda la legislatura", anticipan en el PSOE. Es decir, que tras la reelección de Sánchez el entendimiento pueda saltar en cualquier momento por los aires debido a cuestiones, ya sean judiciales o de política catalana en sentido estricto, que poco tienen que ver con lo que se está negociando. De ahí que el Gobierno busque que el pacto cuente con compromisos legislativos y sobre los futuros Presupuestos.

Un nuevo marco

Sánchez debe hacer frente a un cambio de cultura política. Hasta ahora eran la antigua CiU y el PNV, partidos de centroderecha soberanista que no ponían en duda el marco autonómico, quienes se ofrecían como muleta a los gobiernos del Estado. Pero el procés ha introducido una nueva dinámica. ERC es un partido de centroizquierda, no tan apegado al entramado financiero y empresarial como lo era CDC, pero tampoco tan ultramontano como para negarse a negociar.

La principal consecuencia es que si bien los republicanos no tienen como prioridad la estabilidad política de España, más bien no la tienen en cuenta, aceptan contribuir a ella si, a cambio, consiguen herramientas con las que ir destejiendo el nudo gordiano en el que se encuentra Cataluña. O como ellos han repetido, "ERC no negocia una investidura, sino cómo poner solución al conflicto político".

El caso Junqueras es un buen ejemplo de lo que se puede encontrar Sánchez en adelante. ERC no desaprovechará ni una sola ocasión para tensionar las costuras del Estado, o simplemente hacer aflorar la contradicción entre sus distintos estamentos.

Pero el cambio también tiene consecuencias positivas. La adscripción socialdemócrata de los republicanos permitirá mayor fluidez cuando las discusiones se acerquen al terreno social y de libertades, como también ha quedado demostrado en estas negociaciones para la investidura. Y en cualquier caso, no hay otra salida. Ni Cs va a apoyar la coalición entre el PSOE y Podemos, ni el PP piensa abstenerse. Es ERC o nada.