La Policía investiga el incidente del miércoles en el barrio madrileño de Moratalaz, primera escena de sangre en una cacerolada contra el Gobierno, descartando los extremos con que lo difundieron los propagandistas de la extrema derecha. O sea, no fue apuñalado ningún manifestante. Todo quedó en una reyerta callejera con dos ultraderechistas heridos leves, supuestamente por izquierdistas radicales a quienes se trata de identificar. Pero la talla menor del incidente no le resta importancia a su valor como aviso. Antes de la reyerta, las Fuerzas de Seguridad ya se preparaban para extremar su vigilancia sobre «situaciones que pueden extender enfrentamientos en la calle», confirman fuentes del Ministerio del Interior.

Tanto las caceroladas en barrios de un número creciente de ciudades como la manifestación automovilística que ha convocado Vox para mañana son escenario de prevención «si es necesario, con antidisturbios», asegura un mando policial. «El objeto de extremar la vigilancia es evitar que haya enfrentamientos entre ciudadanos», insisten en Interior. «Si eso se produce, la situación excede el ámbito de la legítima protesta», luego «pondremos los dispositivos precisos y necesarios para evitar que las agresiones coarten la libre expresión», aseguran.

De las explicaciones que manan del ministerio se desprende que, en materia de seguridad, el fenómeno de las caceroladas que se inició en la calle Núñez de Balboa de Madrid ha pasado del ámbito sanitario al ámbito del orden público. Los agentes al comienzo vigilaban que se cumpliera la orden sobre distancia social, objetivo ya imposible por mero desbordamiento. Ahora lo que cuidan es la paz ciudadana.

No se trata de ningún dispositivo especial en alerta: «No es esa la palabra; es prevención», explican las mismas fuentes.

El Grupo Popular en el Congreso pidió ayer al Gobierno que le remita «todos los informes y órdenes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil sobre las protestas ciudadanas en toda España», dado que tiene «conocimiento de que hay órdenes para investigar las protestas ciudadanas críticas a la gestión del Gobierno», dice la argumentación de su petición.

Las sospechas del PP se ciernen sobre el Gabinete de Coordinación y Estudios de la Secretaría de Estado de Seguridad y la Delegación del Gobierno en Madrid, para los populares emisor y receptor de esas órdenes. El PP ha pedido también que se le explique qué hace un helicóptero de la Policía sobrevolando las caceroladas madrileñas cada día.

Fuentes de Interior desmienten que ese departamento haya dado «ninguna orden de investigar a los promotores» de las caceroladas. Sí hay órdenes, pero solo «para velar por la salud y la seguridad», dicen.

MANIFESTACIÓN DE VOX / Por todos sus canales de propaganda, Vox está alentando a sus seguidores a participar en la manifestación en coche -«sin ningún riesgo para la salud», reitera allá donde va su líder, Santiago Abascal- que ha convocado para este sábado en todas las capitales de provincia. Solo en las nueve de Castilla y León y en las cuatro catalanas la manifestación está prohibida por las delegaciones del Gobierno.

Otras protestas se están realizando frente a las casas de dirigentes políticos. La ministra de Igualdad, Irene Montero, mostró ayer su preocupación porqu se generalicen estos escraches y también alcancen a políticos del PP o Vox. Montero destacó que «cuando uno acepta ser ministro, viene llorado de casa» y que a pesar de que por las noches hay ciudadanos que se concentran a la puerta de su casa porque consideran que es «una forma útil de protesta», su «obligación es pensar en España».