Mientras el PP se muestra dispuesto a facilitar la imbricada relación a tres bandas con Vox y Ciudadanos para tratar de seguir gobernando en más de una veintena de ayuntamientos y en cuatro comunidades autónomas, a Pablo Casado se le añaden problemas, uno nuevo y otro viejo (que el calendario judicial ha mantenido hasta ahora en segundo plano). El nuevo: su giro a la derecha ha abierto una espita de oposición interna que este lunes tuvo su escenificación en el País Vasco. Allí el presidente de los populares, Alfonso Alonso, avisó de que en septiembre celebrará una convención para marcar «personalidad propia» y «actualizar» su discurso. Una manera de decirle a Casado que, si él no va a tomar nota del varapalo de las urnas por su aproximación a Vox, los barones pueden hacerlo por su cuenta en sus territorios. El problema viejo: la corrupción. La negociación de gobiernos locales y autonomías va a coincidir con el inicio del juicio, el día 14, sobre la destrucción de los ordenadores del extesorero Luis Bárcenas. La defensa del PP ha solicitado por escrito al juzgado correspondiente que no se retransmitan en directo las sesiones porque no hay razones de «interés social».

Casado no empezó de la mejor manera una semana crucial para las negociaciones con los naranjas y la formación de ultraderecha. En la dirección del PP se restó importancia al gesto de Alonso, que en una rueda de prensa aseguró que no se debe «llegar al poder con cualquier proyecto» sino con uno que esté «en la centralidad». El PP en esa comunidad no logró sacar ningún escaño en las eleccionres generales.

El secretario general de los populares, Teodoro García Egea, ofreció a sus dos socios del bloque de derechas crear mesas a tres bandas en las autonomías en las que es posible el pacto (Madrid, Castilla y León, Murcia y Aragón), aunque pocas horas después el partido de Albert Rivera aprobó en su ejecutiva que no negociará con Vox y que solo está dispuesto a sentarse con los representantes ultras para informarles de los acuerdos a los que llegue con el PP.

García Egea, que ya se esperaba esa respuesta, propuso repetir el sistema utilizado en la Junta de Andalucía, en el que se reunió por separado con unos y con otros e hizo de enlace, una fórmula que el nuevo partido no quiere reeditar porque la ve «humillante». Vox, por lo pronto, les ha echado un pulso y ha amenazado con no apoyar los Presupuestos en esa comunidad.

Cerrar heridas / A la espera de cómo avanza esa comunicación complicada entre los tres, Casado y García Egea convocaron por la mañana en la sede de Génova a los presidentes y secretarios generales provinciales del partido para intentar cerrar las heridas que abrieron con la elaboración de las listas al Congreso y al Senado, un proceso en el que desoyeron los consejos de los territorios. Ahora quieren que esos pactos en las alcaldías y los gobiernos regionales sí tengan el apoyo de los dirigentes afectados y fuentes de la dirección subrayaron que hay voluntad de «trabajar en equipo».