Seis de los nueve políticos independentistas presos por el procés están ya en Cataluña. Poco más de un mes después de su llegada a la Moncloa, el Gobierno de Pedro Sánchez culminó ayer el acercamiento a cárceles catalanas de Oriol Junqueras, Carme Forcadell, Raül Romeva, Dolors Bassa, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart. Una medida acelerada por el Ejecutivo central como gesto de deshielo ante la próxima reunión, el lunes, entre Sánchez y Quim Torra que fue acogida por la Generalitat y los partidos independentistas con ambivalencia. La aplaudieron, pero se movilizaron de inmediato, con el propio Torra al frente de las protestas, para dejar claro que no lo consideran una concesión, sino el simple cumplimiento de la ley.

La comitiva de los Mossos que transportaba a Junqueras, Romeva y los Jordis desde la prisión barcelonesa de Brians-2, donde efectuaron una parada técnica en su traslado iniciado el martes desde Madrid, llegó a la cárcel de Lledoners a las 13.27 horas. Una vez allí, los cuatro fueron sometidos a una revisión médica y psicológica en el módulo de ingresos y ya durmieron en la celda individual que se les ha asignado en el módulo 2, que cuenta con 93 internos y dispone de patio, comedor propio y biblioteca.

Tres horas más tarde llegaban Forcadell y Bassa a la prisión gerundense de Puig de les Basses, tras abandonar a primera hora de la mañana Alcalá-Meco y efectuar una parada en Zuera, en Zaragoza. Las mujeres no pasaron previamente por Brians-2. El mismo procedimiento se seguirá entre hoy y mañana con los exconsejeros que faltan por volver a Cataluña, Jordi Turull, Joaquim Forn y Josep Rull, cuyos trámites para el traslado están «muy avanzados» y prevén culminarse antes del sábado.

Como ocurre en todos los módulos donde rige el sistema de vida ordinario, los servicios penitenciarios potencian que los presos pasen el mínimo tiempo posible dentro de sus celdas. Los seis políticos podrán tener comunicaciones con sus familiares en un plazo corto de tiempo, con un régimen de visitas muy parecido al que tenían en las prisiones madrileñas. Dispondrán de 40 minutos a la semana para contactos en locutorio o a través de un cristal, que se pueden distribuir en dos encuentros de 20 minutos o en uno, siempre en fin de semana. Además, Junqueras y Cuixart, que tienen hijos de menos de 10 años, podrán mantener «comunicaciones de convivencia», acompañados por un adulto, en visitas de 90 minutos al mes, frente a las tres horas al trimestre que tenían en Madrid.

SIN NEGOCIACIÓN / La ANC y Òmnium movilizaron a sus huestes para desplegar ante las prisiones la primera muestra de apoyo a los recién llegados reclusos. Torra formó parte de los concentrados en Lledoners y el presidente del Parlament, Roger Torrent, acudió a Puig de les Basses. Y ambos fueron los primeros en visitar a los presos. Horas antes, habían comparecido con solemnidad para advertir al Gobierno del PSOE de que el acercamiento no basta y en ningún caso se trata de moneda de cambio cara a la cita del lunes en la Moncloa.

«Este traslado no es ninguna concesión política, sino una obligación legal, y en ningún caso forma parte de una negociación», aseveró Torra, quien aseguró que no dejará de trabajar «ni un minuto» para lograr «la plena libertad de los presos políticos» y la «anulación» de su causa judicial. Causa cuya instrucción se cerrará en breve con la suspensión de los cargos de aquellos presos o huidos de la justicia con acta de diputado.

Pero las palabras se entremezclan estos días con pequeños gestos de distensión. Los ministros de Sánchez no dejan de repetir que Torra podrá plantear sin ambages el referéndum, y que el portazo del presidente a la autodeterminación irá acompañado de medidas alternativas. Tanto está gustando la nueva música de la Moncloa que ERC y PDECat sumaron sus votos al pacto para renovar la dirección de RTVE. Entre tanto, el Partido Popular y Ciudadanos siguieron atizando a Sánchez por lo que entienden como una claudicación ante el secesionismo.