Un grupo de una decena de mandos intermedios del Cuerpo Nacional de Policía que participaron en los desalojos de colegios electorales del domingo ha decidido romper su silencio para expresar, mediante una carta abierta, pedir disculpas a la ciudadanía catalana, criticar la mala dirección política de un operativo «condenado al desastre» y denunciar la actuación «traicionera y desleal» de la cúpula de los Mossos.

Los policías que redactan la carta, que no pueden firmar para no arriesgarse a sufrir medidas disciplinarias, denuncian la deslealtad de la cúpula de los Mossos, a cuya actitud atribuyen parte de responsabilidad de lo ocurrido. «Observamos cómo en algunos Una decena de mandos critican en una carta el dispositivo «catastrófico» del 1-O y piden disculpas colegios se entrega alguna urna a los mossos. En ningún caso se les entregan todas, solo una y que haya sido ya escrutada», explican. Es por eso que los firmantes quieren «significar el rechazo a la actuación traicionera, desleal, ilegítima e ilegal de los mandos de nuestro cuerpo hermano de los Mossos. Que han traicionado a España, a los jueces, fiscales y a más de la mitad de la población catalana».

SU VERSIÓN DE LOS HECHOS

La carta es también una explicación cronológica de lo sucedido. Los policías no titubean a la hora de pedir perdón por su actuación. «Pedimos disculpas. No por hacer nuestro trabajo, sino por el daño que una intervención mal planteada ha causado en el tejido social al que pertenecemos», sentencia el escrito. «Presentamos nuestras más sentidas disculpas por los excesos que se hayan podido producir, reiterando que la propia esencia del servicio catastróficamente planteado que se nos encomendó comporta inevitablemente escenas como esas», se insiste. Los firmantes expresan su «indignación con la incompetencia, desidia y falta de conocimientos en seguridad y con respecto a la situación social en Cataluña, de la que adolece el actual Gobierno español, (…) que nos está costando muy caro a los policías nacionales y guardias civiles que estamos defendiendo el orden constitucional». De hecho, aseguran que se podía haber impedido el voto sin necesidad de desalojos. Bastaba desplegar de madrugada a policías a las puertas de los colegios. «No es lo mismo entrar en un colegio lleno de gente que impedir la entrada con una resistencia policial pasiva».

Los agentes reconocen excesos policiales. «¿Se produce algún exceso por parte de algún compa- ñero? Hay vídeos que así lo evidencian. No cabe duda de que sí. Ello tendrá su consecuencia disciplinaria y penal, y todos somos perjudicados por ese bochorno», escriben, pero alertan: «Esas imágenes solo cuentan parte de la historia, no su totalidad».

Sostienen que la actuación de los concentrados contribuyó a ello. «La gente escupe, empuja, insulta. De manera intencionada se sitúan niños, chicas y ancianos en las primeras líneas», se- ñalan los autores del texto, uno de los cuales asegura que observó «cómo un anciano de unos 80 años pedía que lo sacasen de ahí ya que tenía miedo ante la inminente acción policial. Dos mujeres le cogían del brazo. ‘T’has de quedar!’ Y a mi compañero le escupían y le llamaban ‘hijo de puta español’».

Los firmantes explican que, al menos en los colegios en que ellos actuaron, «antes de intervenir se advierte que deben desalojar por orden de la fuerza pública. Siguen con su actitud y nos vemos obligados a levantarlos uno a uno, empujarlos para que salgan, responder agresiones, entrar por encima de muros ante golpes de sillas, palos de fregar, piedras. Ante esta situación, desgraciadamente es inevitable utilizar la fuerza, golpear con la defensa [porra], inmovilizar personas en el suelo, empujar».

Los policías que suscriben el texto aseguran que «en numerosos colegios los votantes patean, escupen, insultan a policías de paisano y de uniforme». La mañana se convierte en una pesadilla: «Colegio tras colegio y una y otra vez es necesario utilizar la fuerza para desalojar». Los firmantes tienen claro que lo ocurrido es «fruto de nuevo de una actuación mal medida y mal planteada».

A las 13.00 horas, según relatan, se recibe la orden de parar las actuaciones por, según les dicen, el impacto mediático. «Estupefactos, nos miramos entre nosotros. ¿Pero de verdad no eran conscientes [el Gobierno] de que en cuanto se diese un golpe con la defensa [porra] iba a hacerse viral a través de las múltiples redes sociales?» Por la tarde, los policías constatan que «en numerosos colegios donde se ha entrado se vuelve a votar. Han conseguido más urnas y más papeletas y se sigue votando. Nuestro trabajo parece inútil». Horas después, «se da orden de observar el cierre de los colegios». «Aunque se pretendía incautar las urnas llenas y evitar que se recuenten o se trasladen, la orden no llega».

A las 23.30, el comisario principal al mando del operativo se dirige a los policías y reconoce que se les ha mandado «al matadero». Les asegura: «Estoy muy orgulloso de vuestro trabajo y de vuestra profesionalidad, estemos de acuerdo o no con cómo se han hecho las cosas».

Los firmantes denuncian que «se mandó al matadero a funcionarios que llevan años luchando por la sociedad catalana. Sí, nos han mandado al matadero social en el que la irresponsabilidad de la lamentable clase política nos obligará a estar largo tiempo». Además, destacan la precariedad de las condiciones en que los policías han tenido que realizar su labor. «Se alojan en poblaciones a más de una hora y media de coche de Barcelona o en los famosos barcos (cuya apariencia ridí- cula abochorna a los mandos de nuestra UIP). Se ven obligados a hacer más de 300 kilómetros diarios para ir a su trabajo».