La ruptura de las conversaciones con los independentistas y su rechazo, junto a PP y Cs, de los presupuestos ha servido en bandeja el relato que el PSOE exprimirá estas elecciones. Un relato que sitúa a España ante una disyuntiva histórica, según concedió ayer en Sevilla Pedro Sánchez, en el que los socialistas representan la «moderación», el «sentido común» y el diálogo frente a la «crispación» que promueve la derecha. Por eso, el presidente se mostró convencido de que la sociedad española «dará la espalda a la crispación y reivindicará la política útil» el 28 de abril.

La casualidad, quiso que un acto programado a comienzos de semana para presentar al candidato a la reelección en el Ayuntamiento de Sevilla, Juan Espadas, fuera el pistoletazo de salida para la precampaña de las generales. «Venimos a presentar al alcalde y tenemos la oportunidad de arrancar en Andalucía dos campañas con un solo objetivo: parar a la derecha y garantizar el bienestar», resaltó la líder del PSOE andaluz, Susana Díaz, quien también trasladó el mensaje de unidad de cara al ciclo electoral. «Que sepan que estamos juntos y unidos», subrayó Sánchez.

Todos los logros sociales de la historia reciente española tienen marchamo socialista, dijo, y presumió de que en su mandato se ha hecho más «por la justicia social que los siete años de Gobierno popular». Además, ante un público que no cesó de vitorear a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, Sánchez se comprometió a recuperar el subsidio de desempleo para parados mayores de 50 años o las cotizaciones a la seguridad social de las cuidadoras de la dependencia antes de disolver las Cortes. El presidente rechazó las críticas de que los socialistas carecen de proyecto de país. El suyo es un proyecto de «progreso» en el que «caben todos y nadie se queda atrás». Reprochó también que el día en que anunció las elecciones «ya estaba pidiendo cordones sanitarios frente al PSOE». «El cordón se lo va a poner la sociedad a ellos dándonos una mayoría rotunda».