La misma semana en que las derechas sellarán su alianza en Andalucía, con la hasta ahora amenaza de Vox convertida ya en una realidad y el miedo galopante del mundo progresista a que los ultras toquen poder en próximos comicios, el Gobierno lanza su órdago más sustantivo a los partidos independentistas catalanes, el de los Presupuestos, y sitúa sobre sus hombros el futuro político inmediato del país.

El Consejo de Ministros tiene previsto aprobar este viernes el anteproyecto de ley para que llegue el próximo martes al Congreso, donde confía que ERC y PDECat acaben por apoyar las cuentas y conjuren así un adelanto de las elecciones generales que podría cristalizar en una alianza PP- Cs-Vox que conllevaría un 155 agravado sobre Cataluña. Con el anteproyecto bajo el brazo, Pedro Sánchez comenzará una ruta para defenderlo, consciente de que la supervivencia de los Presupuestos está directamente vinculada con su permanencia en la Moncloa. El presidente está determinado a exprimir la legislatura al máximo y, salvo un batacazo de las cuentas en el primer trámite parlamentario, no hay señales de que las generales puedan precipitarse antes de otoño.

Con este planteamiento, Sánchez estará el sábado en Barcelona, donde participará en un acto junto al líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, para promocionar los Presupuestos y dar el espaldarazo a Jaume Collboni como alcaldable del PSC en la capital catalana. El domingo estará en Burgos con el barón de Castilla y León, Luis Tudanca, para transmitir a la ciudadanía los «efectos positivos» de las cuentas públicas y visibilizar el impacto en medidas sociales e inversiones territoriales.

A nadie se le escapa que la elección de Barcelona como primera ciudad para un mitin en un contexto tan particular sitúa toda la presión sobre ERC y PDECat. Ambas fuerzas niegan haber tomado una decisión definitiva al respecto, pero hay ciertos matices en sus reflexiones públicas que parecen espolear el «optimismo» reconocido del Gobierno.

Aunque los independentistas siguen vinculando su eventual respaldo a que Sánchez haga una propuesta política para resolver el conflicto en Cataluña, algunas voces advierten del peligro de tumbar los Presupuestos. La exconsejera de Trabajo, Dolors Bassa, que está en prisión, pidió ayer no «dejar caer» a Sánchez porque el panorama con el PP, Cs y Vox es «mucho peor».

Apoyo del PNV / En ERC ya han dicho que quieren ver antes el detalle del documento presupuestario y recuerdan que, en todo caso, el Gobierno todavía no les ha llamado para negociar.

Desde fuera, el PNV trató de echar un capote ayer. Su presidente, Andoni Ortuzar, pidió a los partidos independentistas que «se abstraigan» del contexto político y que respalden la continuidad del Gobierno porque «las pocas esperanzas» de encauzar una solución para los catalanes pasa por que Sánchez siga en la Moncloa.

La campaña para promocionar los Presupuestos llega, también, cuando las precampañas de autonómicas y locales empiezan a calentar motores para las elecciones de mayo. De ahí que Sánchez quiera subrayar su acción de Gobierno en estos siete meses al frente de la Moncloa y los beneficios sobre el territorio que implicaría que las cuentas saliesen adelante.

Quizá para evitar el discurso del agravio comparativo, el secretario de Organización socialista y ministro de Fomento, José Luis Ábalos, señaló ayer que «los gestos» que el Gobierno va a tener con Cataluña son «los mismos que con otras muchas comunidades», es decir, políticas sociales e inversiones en cada territorio.

Mientras tanto, suspicacias y críticas. Podemos recordó que vigilará que el pacto presupuestario al que llegó Pablo Iglesias con Sánchez se cumpla y anunció que se reunirán con el Gobierno antes de que el viernes el Consejo de Ministros apruebe el anteproyecto de ley.

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, reprochó al presidente que «alargue la agonía» con unos Presupuestos pactados con «separatistas y populistas». El secretario general del PP, Teodoro García Egea, afeó al Gobierno que sus cuentas suponen un «paso atrás imperdonable» en la recuperación económica.

Aparentemente ajeno a sus críticas, Sánchez parece haber pisado el acelerador de la legislatura y tiene ya agenda programada para el último trimestre del año: un viaje a la India.