Pedro Sánchez le otorga tanta importancia a su último movimiento para lograr la investidura que ayer decidió explicarlo él mismo. El líder socialista ha desarrollado durante el último año cierta alergia a comparecer ante los medios (lleva solo tres ruedas de prensa desde enero, con preguntas tasadas), pero un día después de anunciar que inicia una ronda de encuentros con la sociedad civil para convencer a Podemos de que apoye un Gobierno en solitario a cambio de un programa, Sánchez hizo unas breves declaraciones.

«Estamos perdiendo un tiempo precioso», apuntó el presidente en funciones justo antes de reunirse con asociaciones feministas. La frase iba dirigida a Podemos, pero Sánchez también volvió a llamar al partido de Pablo Iglesias «socio preferente», intentando reconducir la relación con los morados tras los continuos y duros reproches.

Al mismo tiempo, insistió en algo que molesta a Iglesias: la abstención del PP y Ciudadanos. Para el líder de Podemos, una petición de este tipo implica reconocer que «no se tiene un proyecto para este país», al estar dispuesto a gobernar tanto con la izquierda como con la derecha.

Ha pasado una semana desde de que no lograra ponerse de acuerdo con Podemos sobre el reparto de ministerios en un hipotético Gobierno conjunto y el secretario general del PSOE ha cambiado de enfoque. La coalición está descartada, al menos de momento, pese a que Iglesias continúa apostando por ella. Y en lugar de citarse con los principales líderes políticos, como había hecho hasta ahora, mantiene encuentros con asociaciones de igualdad, ecologistas y sindicatos, entre otras.

El movimiento pretende aumentar la presión sobre Podemos, reconocen en la dirección socialista, al intentar granjearse el apoyo de la llamada sociedad civil (o de una parte de ella) a su fórmula de pactar un Gobierno monocolor en el que los morados apoyen desde fuera a cambio de un listado de medidas.

Pero Sánchez negó que buscara ese efecto e hizo un llamamiento a las fuerzas de derecha. «No se trata de presionar. Se trata de que el resto de formaciones apliquen lo que estamos diciendo. Lo que hace el PSOE es sentarse con los colectivos sociales, construir un programa abierto con un componente progresista y a partir de ahí esperar que las formaciones sean conscientes de que tiene que haber Gobierno en España», señaló.

NUEVA PROPUESTA / El esquema pasa por mantener reuniones con todos estos colectivos (ayer se citó también con asociaciones científicas) y alumbrar una nueva propuesta para trasladar a Podemos, la piedra sobre la que se basa el futuro de su investidura, que tendría que salir adelante antes del 23 de septiembre para evitar la repetición electoral.

Desde el pasado jueves, cuando perdió la segunda votación del debate de investidura, el presidente en funciones no ha tenido contacto con Pablo Iglesias, según explicó en la Ser el secretario de Organización de los socialistas, José Luis Ábalos, quien también subrayó que dentro de los morados hay «voces», como las de IU y Anticapitalistas, que abogan por olvidarse de la coalición y apoyar a cambio de un programa.

«Pido a las formaciones un esfuerzo de responsabilidad, de reconocimiento del resultado electoral, para que se permita la formación de un Gobierno progresista que no dependa de las fuerzas independentistas», explicó, citando los ejemplos de Portugal y Dinamarca (el nuevo mantra del PSOE), países donde los socialistas gobiernan en solitario con apoyos externos de los partidos situados a su izquierda.

De ahí que reclame la abstención al Partido Popular y a Ciudadanos, algo que Pablo Casado y Albert Rivera ya han dejado claro que no piensan hacer. «Los partidos que se dicen constitucionalistas, al ser conscientes de que no hay alternativa a un Gobierno del PSOE, tienen que poner de su lado -dijo Sánchez. Eso no significa que me tengan que apoyar, solo que faciliten la formación de Gobierno».