Pedro Sánchez aspiraba a llegar a la investidura con una geometría creativa que le evitara depender de los partidos independentistas. La aritmética era posible, aunque complicada, porque necesitaba ganar los apoyos de Navarra Suma (UPN, PP, Cs) y de Coalición Canaria. Esos planes, que se presagiaban difíciles, se revelaron inconquistables ayer, cuando ambas formaciones transmitieron al PSOE un portazo que deja a los socialistas en manos de ERC. Salvo sobrevenidos cambios de posición, Sánchez necesitará que los republicanos se abstengan, un escenario que se abre paso en vísperas de la reunión con Gabriel Rufián y con el juicio del procés visto para sentencia.

El PSOE prefiere no hacer cábalas. En la retina de los socialistas continúa la enmienda a la totalidad de Esquerra que tumbó los Presupuestos y su rechazo a Miquel Iceta como presidente del Senado, dos decisiones que han contribuido a que el Gobierno se replantee la imagen arraigada en Madrid de que ERC es la versión moderada del independentismo, opuesto a la radicalidad de un JxCat monopolizado por Carles Puigdemont.

CAUTELA Y DESCONFIANZA / En esa atmósfera de cautela y desconfianza, los de Sánchez trataban de tejer acuerdos de investidura al margen de los republicanos, pero la realidad aritmética no se ajusta a la voluntad política. Lo constató ayer el secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, que continuó en el Congreso con la ronda de negociaciones iniciadas el día anterior por el candidato a presidente. El PNV (6 escaños), Compromís (1) y el Partido Regionalista de Cantabria (PRC, 1 diputado) le manifestaron su disposición a negociar un acuerdo. En el caso valenciano exigieron a cambio que el nuevo modelo de financiación autonómica esté aprobado en el plazo de un año. Nada inasumible. El jarrón de agua fría para los socialistas fueron los encuentros con Navarra Suma (2 escaños) y Coalición Canaria (2), que confirmaron los peores augurios.

El grupo navarro se niega a apoyar la investidura de Sánchez si la candidata regional del PSOE, María Chivite, sale elegida gracias a la abstención de EH Bildu. «No podemos dejar que el Gobierno de Navarra esté presidido por una socialista con el voto de EH Bildu y aquí estar colaborando con ese partido socialista», expuso el diputado de UPN Carlos García Adanero, que insistió en que su apoyo a Sánchez dependerá de que los socialistas permitan a su partido el gobierno autonómico y del ayuntamiento de Pamplona. La dirección del PSOE no parece dispuesta a forzar una abstención en Navarra para que la derecha gobierne con el pandemónium interno que suscitaría.

Más contundente todavía fue la portavoz canaria, Ana Oramas, que rechaza cualquier pacto con Podemos. Le resulta indiferente si el Gobierno resultante acaba siendo de coalición o cualquier otra fórmula. «Vamos a votar no a la investidura», zanjó.

Ábalos evitó mencionar a los independentistas, pero habló desde el pragmatismo. «Uno tiene que contar con aquellos que quieren colaborar y tiene que renunciar incluso a la fuerza a quienes van a complicar las cosas», admitió. Tras la polvareda levantada, matizó que el PSOE «sigue apelando» a PP y Cs. Ante las dudas, dejó un recado para Pablo Iglesias: lo que Sánchez ofrecerá en Madrid es un «modelo distinto» a la coalición acordada en la Comunidad Valenciana.

ESCASO MARGEN / El PSOE llega a la reunión de hoy con ERC y JxCat sin mimbres para tejer una suma alternativa a la de los independentistas. Los republicanos cosecharon 15 diputados en las generales y los continuarán manteniendo, puesto que tienen la intención de sustituir a Oriol Junqueras. Los neoconvergentes obtuvieron siete representantes, de los que tres han sido suspendidos sin que el partido haya aceptado hacer correr la lista, lo que les deja en cuatro. A los socialistas les vale con la abstención de ERC en una segunda votación para sumar más síes que noes.

Con este escenario, la portavoz socialista, Adriana Lastra, se reúne hoy en el Congreso con Laura Borràs y Míriam Nogueras (JxCat), y una hora más tarde, con Rufián.