Mañana del 27 de mayo. La política española se desperezó agotada y convulsa tras otra cita con las urnas. Europeas, autonómicas y municipales. Tras un largo recuento electoral y la constatación de que los votantes confían el timón al PSOE -con condiciones y matices mayúsculos-, los partidos celebraron reuniones internas para diseñar estrategias de urgencia y sobrevolar la semana. Hubo en las siguientes jornadas primeros y transversales contactos. Llamadas preliminares para intuir los precios que se impondrán en el bazar del poder que ya asoma.

Los acuerdos son obligados para tener un presidente del Gobierno y para garantizar que también se reparten un buen puñado de comunidades y ayuntamientos sin mayorías concluyentes. Unidas Podemos aprieta al socialismo para hacer valer sus 42 escaños y su peso en algunos territorios, exigiendo gobierno de coalición. Desde el entorno monclovita se le aconseja a Pablo Iglesias mesura, autocrítica y prudencia para sentarse en una mesa donde se le ofrecerá un programa común y sillones para personalidades de su órbita, pero no para él ni para sus compañeros de filas.

En los últimos siete días se han exhibido posiciones de partida. No solo en la izquierda. Un PP debilitadísimo ha salvado la cabeza de Pablo Casado garantizando a los suyos que la comunidad de Madrid seguirá dominada por sus gaviotas y que conquistará el consistorio con Cs y Vox. El 11 de junio se constituye la Asamblea regional y el 15, el ayuntamiento. Se va a pisar el acelerador. Lo que suceda finalmente está por ver. Sobre todo, en lo municipal. El PSOE ha movido pieza y tienta a los naranjas con los mandos de la capital si Ángel Gabilondo se hace con la autonomía. Iñigo Errejón, desde Más Madrid, apuntala la jugada.

Los de Albert Rivera, pese a que dicen rehuir cualquier pacto que incluya a la ultraderecha, se inclinan por abrazarse a los populares en suelo madrileño para evitar que caiga Casado, que les conviene como adversario erosionado. Eso sí, no descartan tratar de forzar que la alcaldía sea para Begoña Villacís. Eso o que se repartan cartas hasta ahora impensables para Cs en otros territorios donde, a priori, su papel era ser bisagra y no gobierno. Castilla y León, Aragón o Murcia ofrecen cábalas de todo signo.

el problema de vox / El problema de Rivera, que se sabe fuerte, es Santiago Abascal, que no desea ser responsable de que el PSOE conserve o gane poder, pero tampoco quiere ser humillado. Pretende fotos con los jefes del centroderecha, sí, pero si puede ser algo más que le permita salvar la cara ante su recién estrenado electorado. El jefe de los naranjas asegura que no le dará ni agua (la Europa liberal le observa), aunque algo habrá de concederle para cuadrar círculos. Eso o cambiar de planes y darle más oportunidades al PSOE. Este lunes tendrá que concretar más ante su ejecutiva. Será esta semana cuando arranquen negociaciones. Cuando se despejen incógnitas claves para el proceso que está al caer y que, sin duda, pondrá a prueba las dotes pactistas de todos. Barcelona es un rompecabezas político de máximo interés. Navarra, toda una prueba para el PSOE de Sánchez que avisa a su federación que el límite es acercarse a EH Bildu. Eso no es posible, advierten desde Ferraz. Aún así, la socialista María Chivite inicia negociaciones hoy con Geroa Bai y otras fuerzas del tripartito que dirigieron la comunidad foral la última legislatura. No son suficientes para obtener mayoría y Navarra Suma (PP, Cs y UPN), la candidatura más votada, tensiona el contexto. Ante esto, Arnaldo Otegi no cierra la puerta a una abstención sin contrapartidas, aunque la derecha ya alerta de un pacto secreto.

Y entre reunión y reunión llegarán noticias del Supremo: se espera respuesta inminente a la petición de Jordi Sànchez de poder salir de prisión y ser él quien acuda a Zarzuela una vez que el Rey convoque a los grupos por la investidura. En cuanto se despeje la cuestión, la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet, pedirá audiencia a Felipe VI y se impulsará la ronda de consultas. El rey mantiene su agenda despejada.

El miércoles la Mesa del Congreso abordará la tarea de concretar dónde se ubican sus señorías. Pero lo más relevante es que ese día podrían estar listos los informes jurídicos de la Cámara sobre qué hacer con las mayorías en caso de que los diputados presos suspendidos no sean sustituidos. Podría optarse por reducir el número de votos establecido para la mayoría, actualmente 176. Sánchez podría así ser investido sin el independentismo.