Sin embudos. Pablo Iglesias ha reconocido este sábado ante la directiva de Podemos que la moción de censura registrada contra Mariano Rajoy no tiene ninguna esperanza de prosperar en el Congreso y que él no será el nuevo inquilino en la Moncloa tras el debate. Aún así, de su discurso se desprende que aspira a compensar el riesgo del fracaso parlamentario con tres factores: obliga a los partidos a alinearse a favor o en contra del PP, permite a los morados pasar del discurso de impugnación a una lógica “constituyente”, y otorga a las calles una especie de soberanía real confrontada con la institucional. La primera prueba de fuego, laconcentración de este sábado por la tarde en la Puerta del Sol (Madrid) que Podemos da por hecho que llenará en una exhibición de músculo popular frente al poder de los escaños.

“Nosotros sabemos que la moción de censura no va a prosperar. Sabemos que no voy a ser presidente del Gobierno”, ha admitido Iglesias ante el Consejo Ciudadano Estatal (CCE), el máximo órgano de dirección entre congresos. Tras un discurso a caballo entre el análisis político y una clase de historia de sencundaria, el secretario general de Podemos ha reconocido “los enormes riesgos” que implica perder la moción de censura, pero ha subrayado su apuesta por fortalecer los vínculos con la sociedad civil organizada.

Ahí, en las calles, es donde Iglesias espera “ensanchar el campo político y crear contradicciones” en otros partidos para obligarles a “ceder” y “compartir” esta estrategia. Plan, en todo caso, que podría tener viabilidad si el domingo se impone en las primarias del PSOE Pedro Sánchez, pero inverosímil si gana Susana Díaz.

Apoyado en el músculo de la calle Iglesias ha alegado que “España es mejor que su Parlamento”, en un empeño por separar al parlamentarismo de la voluntad popular.

Con esa fuerza, la construcción de un “bloque histórico”, espera conseguir una victoria amplia en ayuntamientos y autonomías en 2019 como elemento “imprescindible” para ganar las elecciones del 2020.