Tabarnia no existe. Como tampoco Catabàrnia, la respuesta independentista a la broma de Ciudadanos. Nunca antes se ha previsto la creación de un territorio administrativo en función de su voto en unas elecciones y tampoco apunta a que vaya a pasar ahora. Pero dicho esto, lo que algunos llaman Tabarnia sí ‘existe’. Es simplemente el área metropolitana de Barcelona.

¿El área metropolitana de Barcelona llega a Tarragona? Sí y no. Un área metropolitana es un espacio económico y geográfico (en cuanto a flujos de población) tremendamente dinámico. Tanto que no conoce fronteras ni líneas en el mapa. Verbigracia, el área metropolitana de Nueva York ‘mancha’ hasta en tres estados. El propio, el de New Jersey y el de Connecticut.

Y no hace falta cruzar el océano, aunque sea allí donde más se han estudiado estas áreas económicas. En Catalunya, la división comarcal de Pau Vila de 1936 queda absolutamente caduco en el entorno de Barcelona. La comarca del Barcelonés o, incluso, el Baix Llobregat, con capital en Sant Feliu de Llobregat, suponen un viaje en el tiempo, de cuando los habitantes de Cornellà, por ejemplo, ‘bajaban’ a Barcelona en lugar de, como ahora, trabajar en Santa Coloma, ir al gimnasio en Les Corts, cenar en Ciutat Vella e irse de parranda a L’Hospitalet, por decir algo.

De la CMB a la AMB

¿Y la entidad llamada Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB), creada en el 2011? Barcelona tiene un serio problema terminológico. Cuando el franquismo decidió que Madrid absorbiera decenas de municipios adyacentes para que superara a Barcelona en población, algo que en los años 30 no sucedía, dejó a la capital catalana en sus ‘murallas’ de los 100 kilómetros cuadrados. Al final del franquismo, José María de Porcioles creó el Área Metropolitana que, en verdad, no era más que la ciudad real de Barcelona.

Pasqual Maragall recogió esa entidad, la llamó Corporació Metropolitana de Barcelona (CMB) y le dibujó una bandera al tiempo que encargaba un himno. El eterno debate entre Barcelona y el ‘rere-país’ asomó con toda su virulencia. Al final, en 1987, Jordi Pujol aplicó un particular 155 a la CMB (más o menos igual que Margaret Thatcher hizó con el equivalente londinense).

Y se tardó 25 años en recuperar el tiempo perdido, ya con la aquiescencia de CDC/CiU/PDECat que ya no veía en el 2011 el contrapoder que Pujol temió de Maragall. El resultado es que donde se dice ‘área metropolitana’ debería decirse, en verdad, Barcelona. Y la verdadera área metropolitana es lo que aquí se conoce como ‘región metropolitana’. Todo muy fácil.

Definición metropolitana

¿Y que es un área metropolitana? Pues un concepto puramente económico. Se considera que un municipio pertenece al área metropolitana de otro cuando más del 15% de su población activa se traslada a trabajar al primero. Estos municipios constituyen la primera corona. Se produce una segunda corona con los municipios en los que más del 15% de su población activa se desplaza a la primera para trabajar, y así sucesivamente.

La mejora de las comunicaciones, carreteras y transporte público, facilitan que estas áreas metropolitanas crezcan. También en Barcelona, a pesar de que la inversión del Estado en ambas materias es puramente testimonial.

Elche y Dallas

Eso produce que la extensión de un área metropolitana confluya con otra. Elche-Alicante en España; Dallas-Fort Worth (por decir una) en los EEUU.

Y eso es lo que ocurre en Catalunya. Según el proyecto Urbanet de la Universidad de Delft, el área de Barcelona incluiría las de Tarragona y Girona, dando lugar a un territorio de 6.000 kilómetros cuadrados de territorio y casi 6,4 millones de personas. Sí, Tabarnia es en verdad Gitabarnia, lo que pasa es que en la provincia norteña el voto a Ciudadanos no se impuso.

Pero hay más. Un estudio del año 2000, dirigido por Joan Trullén (que después fue concejal del PSC en Barcelona) ya explicaba que el área metropolitana de Barcelona estaba llegando a Lleida y Tarragona. Y vaticinaba que el límite de la región metropolitana de Barcelona se extendería por toda Catalunya. Lo que entonces se definió como la ‘Catalunya de las ciudades’ y que el AVE solo ha hecho que fortalecer. Así pues, a efectos económicos, y sin mirar qué partidos se votan, Tabarnia no es tal. Es GiLleTabarnia. Vulgo, Catalunya.