El PP va de sobresalto en sobresalto. El último del lunes: Alberto Núñez Feijóo, el que parecía el relevo natural de Mariano Rajoy, anunció que no aspira a presidir el partido conservador. En una convocatoria de la junta directiva en Santiago de Compostela y ante decenas de periodistas, el presidente de la Xunta se descartó en la carrera sucesoria porque no quiere romper el compromiso que tiene con los gallegos hasta el 2020. Esa, afirmó, es su mayor «ambición política», ser presidente de Galicia.

Con su negativa a dar la batalla por las riendas del PP, deja huérfanos a numerosos dirigentes territoriales y también diputados y senadores que lo veían capaz de encauzar el partido a menos de un año de las elecciones municipales y autonómicas de mayo del 2019 y hacer un equipo integrador en el que cupieran pesos pesados actuales. Feijóo era el nombre que se decía justo después de la expresión «candidatura de consenso». Y si estos días el silencio del presidente de la Xunta provocó nerviosismo en el PP, ahora, con su decisión, el temor en la sede de Génova es otro: que el partido, que no está acostumbrado a debates entre candidaturas, sufra una guerra interna.

MAÑANA ACABA EL PLAZO/ Mañana se cierra el periodo para presentar los avales y hay dos primeras espadas que no han dicho nada todavía: la secretaria general, María Dolores de Cospedal, y la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. La primera ha convocado para hoy en Toledo la junta directiva del PP de Castilla-La Mancha para despejar la incógnita. Santamaría no ha abierto la boca en los últimos días y no se sabe qué decisión ha tomado.

Se esperaba que si Feijóo daba un paso al frente, él pudiera evitar el posible choque entre la secretaria general y la exvicepresidenta, dos personas que tienen una relación personal mala (como quedó claro el Dos de Mayo) y a las que se les presupone poca disposición a integrar en el futuro PP a los equipos de los contrincantes. El choque se da casi por hecho entre varios miembros de la cúpula.

NO ES DIPUTADO / Feijóo no lo tenía fácil, pero algunos en el partido creían que se iba a sacrificar al verse favorito en las quinielas. Si finalmente hubiera sido elegido líder del PP nacional, no habría tenido escaño en el Congreso desde el que hacer oposición y se tendría que haber contentado con un asiento en el Senado. Además, como admitían en la sede de Génova estas últimas horas, la composición del Gobierno de Pedro Sánchez y sus primeras decisiones hacen pensar que el PP puede estar «posiblemente una temporada en la oposición».

Para Feijóo, de 56 años, soltero pero con pareja (Eva Cárdenas, directora de la cadena de Inditex Zara Home), con la que tiene un hijo de un año, la vida en Madrid no habría sido todo lo cómoda que se imaginaba hace unos meses, cuando nadie sospechaba que Rajoy iba a ser desalojado de la Moncloa y en el PP fantaseaban con una sucesión tranquila y con el viento a favor.

Y puede que en su debate interno, Feijóo también haya tenido en cuenta las consecuencias que le podía suponer el lastre de su relación con Marcial Dorado, condenado por narcotráfico. Para algunos dirigentes populares eso es «agua pasada», pero para otros es una mina enterrada que cualquiera puede accionar a distancia. Cabe recordar la llamada a evitar el juego sucio que hizo Rajoy en su último discurso ante el PP. El País publicó en 2013 varias fotografías en las que se veía a Feijóo y al capo a bordo de uno de los barcos de Dorado.

Y frente al inesperado no del líder de la Xunta y las dudas de Cospedal y Santamaría, algunos anuncios. El día de ayer empezó movido para los populares. Primero el exministro José Manuel García Margallo confirmó su decisión de presentarse y apenas una hora después, otro sobresalto. No había aparecido en ninguna quiniela y fue una sorpresa. Pablo Casado informó vía Twitter que quiere pelear por presidir el partido.

EL MÁSTER DE CASADO / Tocada su imagen por la manera en la que había logrado su máster, todo apuntaba a que la carrera de Casado se iba a centrar en Madrid, donde hace apenas tres semanas el partido le escogió para dirigir el comité electoral cara a 2019. Y las dudas sobre su título le acarrearon el primer disgusto apenas dos horas después de dar un paso al frente para encabezar el PP. Un juzgado de Madrid investiga el título de Cristina Cifuentes y en su momento decidió abrir una pieza separada para aclarar cómo obtuvo el suyo Casado. Y esa misma mañana, a la vez que el dirigente conservador convocaba a la prensa para dar la campanada, la jueza pidió al Congreso que certifique su condición de diputado y, por tanto, de aforado. Ese paso es obligatorio en el caso de que se decida a imputarle.

Según fuentes de la dirección del PP, el paso de Casado llegó provocado por el largo silencio que había mantenido Feijóo. Y en Génova se aplaudió la iniciativa sin disimulo. De hecho, el vicesecretario lanzó una pulla a Feijóo, al que no citó, en su discurso de presentación ante la prensa. «Yo sí quiero presidir el PP (...) No podemos seguir arrastrando los pies durante toda una semana», aseguró.

Pero no solo Casado y Margallo han desvelado sus cartas. También han dado un paso al frente el diputado por Ávila José Ramón García Hernández y el expresidente de Nuevas Generaciones de la Comunidad Valenciana José Luis Bayo.