Inés Arrimadas (Jerez, 1981) afronta el nuevo curso político convencida de que el independentismo prepara un otoño caliente.

-¿Cómo vivió el aniversario de los atentados del 17-A?

--Con tristeza. Ni siquiera en un día como ese la Generalitat pudo aparcar el separatismo y tuvo que lanzar esa consigna de atacar al Estado, poner la pancarta... A mí me dio mucha pena por las víctimas. Que Torra diga el día del homenaje que hay que atacar al Estado da una idea de lo que van a hacer los próximos meses.

-Dice que el ambiente está caldeado. ¿En qué puede desembocar?

--Miembros del Govern o sus portavoces en los medios lo han dicho. Necesitan caldear el ambiente porque no tienen proyecto, ni cómo materializar sus promesas. Lo único que les queda es calentar la calle.

-¿Teme unas consecuencias violentas reales?

--Consecuencias reales ya tiene, otra cosa es que sean violentas, esperemos que esto no desemboque en violencia. Pero no hace falta para que sea muy grave, hay un distanciamiento y una fractura social evidente. La fractura social no se genera de un día para el otro, requiere de años de chup-chup, de decir: «Oye, vosotros no sois catalanes». O: «Hay que atacar al Estado español». El PP y el PSOE han pactado durante años con los que estaban partiendo la sociedad, pero ahora la fractura ya es a todas luces evidente.

-El independentismo niega que haya fractura social.

--Porque sería reconocer que la hayan provocado ellos. Por otra parte son contradictorios: niegan la fractura social pero luego dicen que hay ataques en las calles, y las dos cosas no pueden ser. Hay fractura social, y está generada por el separatismo. El nacionalismo siempre rompe las sociedades, no es nuevo. Siempre provoca una fractura interna. Y aquí se ha provocado durante años con determinadas políticas. La guinda del pastel ha sido poner a un presidente de la Generalitat que considera bestias taradas a los que no piensan como él.

-Ustedes animan a retirar lazos amarillos. ¿Es la mejor manera de contribuir al apaciguamiento?

--La estrategia del apaciguamiento del partido socialista se está demostrando que es un fracaso.

-¿Tan pronto?

--Declaran que van a atacar al Estado y usan a los Mossos de forma arbitraria para identificar a los que quitan lazos amarillos pero no a los que los ponen. Es evidente quiénes vulneran derechos de los catalanes cada día.

-¿Pero no sería un objetivo deseable disminuir esa fractura social?

--Claro, en eso estamos todos de acuerdo. El problema es cómo lo hacemos. ¿La estrategia del PSOE es decir que Torra es muy simpático y que aquí no pasa nada? ¿Mirar hacia otro lado? Es una estrategia equivocada. Pedro Sánchez rompió el acuerdo constitucionalista que había para llegar a la Moncloa.

--Ve un cambio de tono en la relación entre el Gobierno y la Generalitat.

--Hombre, Sánchez dijo que era el Le Pen de la política española, y ahora dice que hay que dialogar y nos ataca a Ciudadanos en vez de a él. ¿Cómo se lo van a explicar a los votantes socialistas, sobre todo en Cataluña?

-¿Preferían a Rajoy que a Sánchez?

Preferíamos las urnas, para que los españoles decidieran quién tenía que ser el presidente del Gobierno.

-¿Ciudadanos colaborará con el Gobierno de Sánchez para subir el techo de gasto?

--No ayudaremos al Gobierno a subir impuestos de nuevo a los españoles, a la clase media y trabajadora. Nos costó mucho trabajo la rebaja fiscal de la clase media, y no vamos a revertirla ahora. No vamos a dar apoyo a la subida de impuestos que el PSOE incluye en su política fiscal.

-¿Por qué piden que se vuelva a aplicar el 155 en Cataluña?

--Porque las cosas que propiciaron su aplicación siguen vigentes. Como la apertura de embajadas para hacer apología del independentismo, enchufar a huidos de la justicia dentro de la Generalitat, la tramitación de la moción de la CUP suspendida por el Constitucional... Se está repitiendo todo. ¿De verdad que tenemos que llegar otra vez a que se marchen 4.000 empresas? Ya hemos visto el anuncio de Torra de que va a utilizar a los Mossos para perseguir a los catalanes no independentistas.

-¿Prevé una legislatura larga en Cataluña?

--El separatismo no sabe qué hacer, está improvisando cada día. Está cambiando esa hoja de ruta 40 veces. Ahora ya hablan de una república digital. Que se hagan un videojuego y jueguen allí al procés, que ganen más puntos los que más lazos pongan, y que Puigdemont se reúna con líderes europeos o lo que quiera... Pero que no utilicen nuestro dinero y nuestros derechos para jugar. No saben qué hacer, pero van a volver al choque frontal porque no tienen alternativa. Y porque al frente de la Generalitat han puesto a gente radical que quiere ir al choque.

-Pero como líder de la oposición, ¿no debería hacer un esfuerzo por encauzar la situación?

--Lo hacemos. Yo hablo con Torra, lo saludo. Pero han puesto a un radical, un xenófobo que odia a los catalanes no independentistas y los considera seres inferiores. Lo que no voy a hacer es blanquear a Torra, normalizar lo que está haciendo Torra. Yo no he cambiado de criterio, el que ha cambiado es Sánchez, porque le debe la silla de la Moncloa. Si es el Le Pen de la política española, ¿por qué lo invita a pasear por los jardines de la Moncloa? ¿Ha dejado Torra de pensar de manera supremacista? No, su ideología está muy clara. Es muy triste que otra vez a los catalanes no independentistas el PSOE nos haya usado como moneda de cambio. Hay que respetar la legalidad y después buscar consensos. El primer diálogo que se tiene que producir es entre catalanes.

-¿No tiene la sensación de que su victoria en las últimas elecciones catalanas fue baldía?

--35 años de nacionalismo no se solucionan en 35 días. Mi victoria fue un paso importantísimo para que en el mundo entendieran que no hay un problema entre Catalunya y España, sino un problema entre catalanes. Y que no es verdad que Cataluña se quiera independizar, ni que quiera un referéndum: en Cataluña ha ganado una fuerza política que ni quiere la independencia ni quiere un referéndum. Incluso con los errores del Gobierno de España, porque vaya error el del 1 de octubre, nadie ha dado apoyo al separatismo. Solo la extrema derecha europea. También ha servido para dar voz a muchos catalanes, para que no se sientan solos.

-¿Qué tendría que haber hecho el Gobierno el 1-O?

Muchas cosas previas. La gestión en general fue un fracaso. No se debería haber permitido que se llegara a ese punto de organización. Y se confió en consellers que estaban puestos allí solo para desobedecer. El Gobierno cometió el error de confiar.