El escándalo del chalet de 660.000 euros comprado por Pablo Iglesias e Irene Montero ha desatado un hondo malestar en Podemos. Conviven el desencanto, el enfado, la incomprensión, y el nerviosismo por las dimensiones que está tomando la crisis. Lo que más preocupa, más allá de las valoraciones personales, es el impacto en términos políticos que pueda dejar el incendio. Cuánto pueda erosionar, si la imagen del chalet va poder borrarse del imaginario colectivo o va a ser una huella indeleble en la valoración del líder morado y la portavoz parlamentaria.

Diputados podemistas admiten a El PERIÓDICO su malestar. No comprenden la decisión de Iglesias y Montero y aún menos que no hayan sopesado previamente el daño que esto puede ocasionar a la imagen del partido. Indican que la situación es especialmente “desesperante” para ellos porque invisibiliza todo el trabajo parlamentario. La población, sostienen, solo va a recordar la imagen del chalet y va a compararla con el discurso obrerista de Iglesias al principio de Podemos, cuando defendía que querría seguir viviendo en el barrio de Vallecas aunque alcanzase la Moncloa.

Y justamente hasta el Ejecutivo ha escalado el escándalo. Desde la rueda de prensa del Consejo de Ministros el portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, se ha congratulado de que "jóvenes parejas" puedan comprarse una vivienda gracias a la política económica del PP. "El Gobierno está muy satisfecho de ver como sus política económicas se trasladan a toda la población y permite a nuevas parejas crear un hogar es una práctica edificante", ha ironizado.

"Barrio de currante"

El primero en pronunciarse en público ha sido alcalde de Cádiz, José María González, 'Kichi', quien ha defendido que el código ético de Podemos "no es una formalidad" sino "el compromiso de vivir como la gente corriente para poder representarla en las instituciones y supone renunciar a privilegios como el exceso de sueldo". "Ni lo he pensado ni quiero dejar de vivir y criar a mis hijos en un piso de currante", ha sentenciado.

González, que se comprometió al inicio del mandato a cobrar lo mismo que recibiría como profesor de secundaria, ha afirmado que ni se ha planteado ni quiere dejar de vivir y criar a sus hijos en una casa en el barrio de La Viña con su compañera, la líder de Podemos Andalucía, Teresa Rodríguez: "Ya es bastante privilegio vivir en la Viña, en Cádiz y con Teresa, por eso no recibo otros ingresos y por eso no genero más ahorro que el que dono cada mes", ha apostillado.

El escándalo llega, además, en el momento en el que las encuestas empezaban a mostrar mejores indicadores para el partido morado después de un año y medio de caída sostenida. También los sondeos internos, admiten fuentes próximas a la dirección, concluyen que Podemos “está fuerte”.

Contradicciones

El golpe del escándalo del chalet, auguran dirigentes y diputados consultados por este diario, puede ser definitivo por la importante contradicción entre el discurso de arriba vs. abajo, élites vs. pueblo, y el desencanto que puede suscitar incluso entre los propios votantes podemistas.

El desalineamiento entre la narrativa de Podemos y la compra de un chalet de lujo es lo que más perturba en el partido. La inquietud crece porque el escándalo no cesa yel chalet se ha convertido ya en un icono de la ruptura entre el discurso y la acción. En las filas internas lamentan la "ingenuidad" y creen que dificilmente la opinión pública olvidará este tema. Opinan también que los argumentos dados por Montero e Iglesias acerca de la seguridad y privacidad para los hijos que esperan no va a ser comprendida por la ciudadanía.

¿Qué factura tendrá en términos políticos? Está por ver, pero los expertos admiten la seriedad de la crisis.

La asesora en comunicación política, Inma Aguilar, en declaraciones este diario, considera que se trata de un caso de "desalineamiento y falta de ejempleridad enorme" y que "es complicado borrar la imagen". En su opinión, sin embargo, las consecuencias electorales van a depender del estado de ánimo de la opinión pública. De si se acaba imponiendo la imagen de un joven que está "asentando la cabeza" y madurando o no. "A veces pasa una gran factura y otras no", defiende .