El presidente del PP de Córdoba, Adolfo Molina, insistía ayer en darle una pátina de perfecta normalidad a la situación del PP de Córdoba, una de las tres provincias andaluzas donde los populares han nadado en contra de la corriente mayoritaria en España, y, sobre todo, de Andalucía, apoyando a Cospedal con el 39% de los votos frente al 30,9% de Sáenz de Santamaría y el 28,7% de Pablo Casado. De hecho, Molina también vio normal matizar muy mucho sus declaraciones del día de las primarias, cuando defendía como otros dirigentes del PP en España la conveniencia de que los dos candidatos que salieran de las urnas pacten una única lista.

Ayer, sin embargo, cuando pedir una lista única ya suponía (ironías de la política) decantarse por uno u otra aspirante, Molina volvía a asumir «mi obsesión de ser neutral», al igual que el otro gran cargo orgánico cordobés, el de la secretaria, María Luisa Ceballos. Así, «si hay una lista en el congreso nacional, bien, y si hay que optar... estupendo». Otra cosa es que «cada cual, en su derecho, ha apoyado la opción que le ha parecido mejor desde Córdoba». Más aún, ninguno de los responsables del PP cordobés consultados ayer por este periódico veía ilógico el resultado en la provincia, después de que el exalcalde de Córdoba y exsecretario de Estado, José Antonio Nieto, apoyara expresamente a Cospedal. No era un secreto a voces porque, sencillamente, no era ningún secreto. «Claro que es normal: José Antonio es una figura importante, querida e influyente en el PP de Córdoba», decía ayer Molina pero insistiendo en no decantarse.

Otra cosa es en qué lugar quedaría Nieto en un posible acuerdo entre Casado si busca sumar los apoyos de Cospedal, o qué decisión tomaría el PP cordobés si hay que votar entre dos candidaturas. «Nos reuniríamos antes para hablar los compromisarios de Córdoba, pero si no es posible un acuerdo... lo importante es la cohesión y la unidad del partido en Córdoba», explicaba Molina. H.