La crisis sanitaria provocada por el coronavirus ha dejado irreconocibles las calles de todo el país. En algunas zonas, como Madrid y Barcelona, la mayoría de los comercios y equipamientos seguían cerrados hasta ayer, y la percepción de que el desvanecimiento económico será pronunciado y largo se extiende entre los ciudadanos. Eso al menos es lo que recoge la última encuesta del Gabinete de Estudios Sociales y Opinión Pública (Gesop), que sin embargo no detecta grandes cambios en el tablero político español.

Casi desde el inicio del estado de alarma, el Gesop lleva a cabo sondeos para conocer el estado de ánimo de la población con respecto a cuestiones como el confinamiento, las perspectivas económicas o la valoración del trabajo del Gobierno durante la crisis. Esta vez, además, la encuesta incide en las repercusiones políticas de la situación en términos de pérdida o ganancia de escaños para cada partido.

La fotografía general no remite a un fortalecimiento de las formaciones que están en el Gobierno, como sí pasa en otros países, pero tampoco a la debacle que cabría esperar si el malestar que trasciende de las protestas en algunos barrios ricos de Madrid fuera generalizado.

El PSOE volvería a ganar las elecciones, con un resultado muy parecido al que obtuvo en noviembre: obtendría entre 118 y 121 escaños, por los 120 que tiene ahora.

OPERACIÓN DESGASTE / La operación de desgaste de Pedro Sánchez, que abandera Vox y a la que el PP se va acercando con reticencias, no cala entre los ciudadanos con la fuerza que la derecha desearía. Los socialistas mantendrían un 27,5% de los votos, casi cinco puntos más que los populares, y no hay grandes fugas a otros partidos entre sus votantes de hace seis meses.

El Partido Popular de Pablo Casado es la única formación política que sale claramente reforzada de la situación. Los populares obtuvieron en noviembre 89 escaños; ahora, Casado, en cuya formación conviven desde dirigentes muy críticos con la gestión de Sánchez -la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por ejemplo- con otros más templados, rondaría de nuevo el centenar de representantes en el Congreso. Ese crecimiento de entre 10 y 13 diputados del PP, junto con el aguante del PSOE, apunta a una tímida recuperación del bipartidismo en España. Sobre todo porque las dos grandes formaciones de izquierda y derecha se mantienen o crecen fundamentalmente a costa de sus respectivos bloques ideológicos.

El castigo al Gobierno, de haberlo, se traduciría en la pérdida de hasta seis escaños de Podemos, que obtuvo 35 en noviembre y ahora podría quedarse con entre 29 y 32. Y los populares captan voto sobre todo de Vox, que, sin hundirse, perdería entre cuatro y siete diputados de los 52 que tiene.

En el resto de partidos los cambios son mínimos. Ciudadanos -cuya nueva líder, Inés Arrimadas, ensaya estos días una aproximación al Gobierno- retendría sus 10 escaños o perdería uno. Lo mismo sucedería con ERC, cuya preocupación por el hecho de que sus apoyos puntuales al presidente Sánchez le pasen factura en Cataluña no se refleja en la encuesta. JxCat (ocho diputados) y EH Bildu (cinco) calcarían sus resultados actuales, mientras que los nacionalistas vascos del PNV ganaría un escaño, lo que da cuenta de su buen momento a las puertas de las elecciones vascas.

Pero esta petrificación de las preferencias políticas es muy distinta a los cambios que esperan los ciudadanos en el frente económico. Cambios claramente a peor: la avalancha de datos sin precedente -como la caída del PIB de un 5,2% en el primer trimestre- y de previsiones sombrías han calado en el ánimo de los españoles.

Este sondeo del Gesop refleja que cada vez son más quienes piensan que las turbulencias económicas durarán más de dos años: un 44,7% de los encuestados piensa eso, mientras un menguante 16,6% sigue creyendo que la recuperación llegará antes de que pase un año.

Paradójicamente, cuando se les pregunta por su situación personal, los ciudadanos no son tan pesimistas. Se mantiene estable (en un 12,8%, esta vez) el número de quienes están trabajando y piensan que tienen muchas o bastantes posibilid ades de perder su empleo.

Tampoco hay una alarma generalizada entre los afectados por un ERTE: solo un 13,5% cree que tiene pocas o ningunas opciones de recuperar su puesto tras la crisis. Entre los parados, un 54,6% ve difícil lograr un trabajo, una cifra similar a la de sondeos anteriores.