La nueva responsabilidad de Margarita Robles al frente de Defensa en el Gobierno de Pedro Sánchez no le pillará por sorpresa. Está acostumbrada a abrir camino. Y a asumir nuevas responsabilidades, en las que se ha destacado por mantenerse firme en sus convicciones. No solo fue una de las primeras mujeres en incorporarse al Tribunal Supremo, sino que previamente había sido la primera en presidir una Sala de lo Penal y una Audiencia Provincial, la de Barcelona.

Robles no solo ha sido pionera en la judicatura. Con Juan Alberto Belloch al frente del macroministerio de Justicia e Interior ella fue la secretaria de Estado de Interior, cartera que dicen que prefería a la primera, pese a ser jueza. Y no precisamente porque en aquel momento lo hubiera tenido fácil. Entre 1994 y 1996 se vivió una etapa muy difícil en ese departamento con el 'caso Lasa y Zabala' y la huida del exdirector general de la Guardia Civil Luis Roldán.

Cuando decidió incorporarse a las listas de Pedro Sánchez en las elecciones de 2016 como número dos por Madrid parecía difícil que el PSOE acabara teniendo posibilidades de gobernar, pero asumió el nuevo reto que se le presentaba y acabó convertida en una de las caras del "no es no" a la investidura de Mariano Rajoy. Con la vuelta a la secretaría general del partido por Sánchez, ello le supuso asumir la portavocía en el Congreso, un puesto donde no ha terminado de cuajar, pero que le ha dado una visibilidad ante la opinión pública y en el que le ha ayudado ser jueza, por la autoridad que transmitía al referirse a resoluciones judiciales, como la sentencia de la Gürtel, sobre la que se sostuvo la moción de censura.

Aunque también, meteduras de pata notables, más justificables en alguien sin relación con la carrera judicial, como cuando apoyó al ministro Rafael Catalá cuando este se olvidó de la separación de poderes y cargó contra el Consejo General del Poder Judicial por no haber separado de la judicatura al magistrado firmante del voto particular de la sentencia de la Manada apelando a un supuesto problema, según dijo, conocido por todos.

Alianzas 'imposibles'

Robles, leonesa de 60 años, es enérgica, pero también sabe crear alianzas que a priori parecen imposibles. Miembro de Jueces para la Democracia, durante su etapa en el Consejo logró controlar los nombramientos de jueces para las altas instancias judiciales gracias al acuerdo que alcanzó con otro vocal, Manuel Almenar, de la Asociación Profesional de la Magistratura, lo que quebró el tradicional rodillo conservador que había primado este tipo de designaciones.

El mandato del Consejo del que formó parte tampoco fue fácil. De hecho fue el presidido por Carlos Dívar, obligado a dimitir al trascender los viajes personales que había realizado con cargo al presupuesto del órgano de gobierno de los jueces. Al término del mandato volvió al Supremo, donde desde las sombras capitaneó la oposición al actual presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes. No le perdonó que el Poder Judicial se apresurara a retirarle la plaza en el alto tribunal cuando pasó a la política.