Malas noticias para Carles Puigdemont. Tras varias horas de espera, el juzgado de instrucción de la pequeña localidad de Neumünster dictó ayer prisión preventiva para el expresidente de la Generalitat. Con esa decisión, el líder de JxCat deberá permanecer en la cárcel hasta que la Audiencia Territorial de Schleswig-Holstein, el land donde fue detenido el domingo, decida si acepta la solicitud de extradición a España.

La medida impuesta por el juzgado de Neumünster, al norte del país, niega a Puigdemont la opción de quedar en libertad con medidas cautelares y opta por mantenerle entre rejas. Aunque el período de retención terminaba a las 11.30 horas de la mañana, las autoridades judiciales alemanas decidieron prorrogarlo hasta medianoche para dar más margen al juez para tomar una decisión.

A la espera de decidir si da validez y cumple la euroorden de detención emitida por el juez del Tribunal Constitucional Pablo Llarena, ayer el magistrado de Neumünster se limitó a determinar si Puigdemont quedaba bajo custodia policial o en libertad con medidas cautelares. Optó por la primera opción. Pero el caso va para largo.

REBELIÓN O ALTA TRAICIÓN / A partir de ahora el juez del Tribunal de Schleswig-Holstein estudiará los delitos que el juez Llarena imputa al líder independentista para valorar si estos se corresponden con los del código penal alemán. Este procedimiento puede durar entre 10 y 60 días e incluso alargarse 30 más en casos excepcionales. Una portavoz del tribunal regional alemán aseguró ayer que es probable que no haya ningún tipo de decisión sobre la posible extradición de Puigdemont a España antes de las fiestas de Semana Santa. En esa misma línea, su abogado, Jaume Alonso-Cuevillas, ya ha advertido que el expresident puede estar entre dos y tres meses en Alemania.

Tras estudiar el caso recogido en el auto del juez Llarena, la justicia alemana deberá determinar si la entrega de Puigdemont a las autoridades españoles es admisible legalmente y está justificada. Según la legislación comunitaria, un Estado miembro de la Unión Europea solo puede entregar al reo al Estado que lo solicita en dos casos. El primero es si ambos clasifican esa misma ofensa como un delito en el código penal. En el segundo, se podrá proceder a la extradición si el delito del que se le acusa figura en una lista de 32 ofensas serias. La lista incluye delitos como el terrorismo o el tráfico humano, pero no la rebelión.

En Alemania lo más parecido al delito español de rebelión que se le achaca a Puigdemont es el de «alta traición», el cual también prevé el uso de la «fuerza» o de «amenaza de fuerza» en el intento de «socavar la existencia continuada de la República Federal de Alemania» y por el que se disponen penas de prisión de entre 10 años a cadena perpetua. Si el juez alemán llega a la conclusión que las dos leyes retratan el mismo hecho extraditarán a Puigdemont.

Aunque ese es el principal delito con el que la judicatura española pretende que Alemania entregue a Puigdemont, puede fallar. Expertos apuntan la posibilidad de que la justicia alemana no equipare los delitos de rebelión y alta traición. Aquí también podrían entrar en consideración otros delitos que el código penal germano sí incluye, como la malversación de fondos. Como asegura el criminalista Martin Heger en el diario Der Spiegel, no hace falta que ese delito se pruebe, sino que para dar vía libre a una posible extradición el juez alemán solo debe comprobar que se hayan cumplido los requisitos formales y que el hecho en cuestión sea punible. Puigdemont fue detenido el domingo en la pequeña localidad de Schuby.