Pedro Sánchez y sus estrechos colaboradores José Luis Ábalos y Adriana Lastra han cerrado una primera ronda de conversaciones sobre la investidura con casi todos los grupos parlamentarios. EH Bildu y Vox han sido la excepción. El PSOE ha diseñado estas negociaciones desde 123 escaños de partida y dos perspectivas distintas. Con dos pantallas (metafóricas) sobre la mesa: en una tratan de sintonizar la imagen de Sánchez investido y estudian opciones y costes calculadora en mano, a fin de que den los números de la mayoría absoluta (176), o haya más síes que noes en segundo intento. En la otra, pretenden vislumbrar el día siguiente de que haya presidente y buscan cómo hacer realidad una legislatura sostenible sin depender del independentismo catalán.

Se da vueltas a las posibilidades de un pleno que la mayoría sitúa entre el 5 y el 10 del julio. Pero hay más. Una vez que PP (66 diputados) y Cs (57) han dado un portazo a la posibilidad de abstenerse -al menos de momento- y se empiezan a explorar, con reticencias, las potenciales sinergias o fórmulas de «cooperación» con Unidas Podemos y sobre todo con sus 42 escaños, también se digiere que ERC puede resultar imprescindible para resultar investido. A este respecto se subraya que el gesto de los republicanos deberá ser gratuito o de mínimo precio para resultar viable.

SIN HIPOTECAS / ¿Eso es realista? En semanas se comprobará si una simple apelación al voto en conciencia para evitar repetición electoral y darle otra oportunidad a «las tres derechas» es suficiente o toca exhibir más cintura política. Los socialistas insisten en que no quieren firmar hipotecas con el secesionismo. Las fuentes citadas explican que el horizonte de un final de verano o un principio de otoño con sentencia del Supremo sobre el procés, y los anuncios de los partidos que sustentan al Gobierno catalán de que habrá una «respuesta», hacen temer que, «en el mejor de los escenarios», haya adelanto electoral en Cataluña. «Ese simple panorama ya haría impensable para el PSOE tener alguna dependencia seria en el corto-medio plazo por ejemplo de ERC», matiza alguno de los interpelados por este diario. Y eso, añade, sin pensar en que la contestación a la sentencia puede ser de «mayor voltaje».

Mientras los participantes en las citadas conversaciones hacen esas reflexiones, los socialistas elaboran borradores en los que se imaginan opciones y límites de una convivencia con los morados, incluyendo medidas socioeconómicas de supuesto interés común, y se entra con los regionalistas cántabros en detalles y letra pequeña que en el futuro deberá ser bendecida por el Consejo de Ministros.

Se sondea si algunos de los vetos declarados como definitivos para la investidura -como el de Coalición Canaria en caso de que haya alianza con Podemos o el del PNV si hay acercamiento a UPN- pueden evaporarse cuando Sánchez ya sea presidente y, de ese modo, se abra la puerta a la aprobación de presupuestos y una serie de reformas legales de calado en meses venideros. Se coloca en ese paquete básico la financiación autonómica (clave para lograr el apoyo de Compromís); la reforma del sistema de pensiones o la legislación laboral, además de un puñado de leyes de interés social.

Buena parte de los consultados concluye de la primera ronda de reuniones y posteriores conversaciones cruzadas entre partidos que PP y Cs colaborarán «a su manera» en esa gobernabilidad sin independentistas, restando cierto protagonismo a Podemos, en aquellos temas que puedan encuadrar ante sus votantes y seguidores como «pactos de Estado».

Cataluña, la política exterior o medidas urgentes si fuesen necesarias de carácter económico (el riesgo de un empeoramiento generalizado de la economía global y española ha ocupado minutos en los tú a tú con Pedro Sánchez, así como el reparto de poder en Europa) podrían incluirse en ese saco. El líder del PSOE, si pasa el trámite de la investidura tendrá en su mano decidir después a quién unge simbólicamente como líder de la oposición, si a Casado o a Rivera, aunque oficialmente el puesto le corresponda al popular.

Sabe que hay una batalla feroz entre ambos por alcanzar ese trono, así como el del jefe del centroderecha, y tendrá la posibilidad de sacar rédito a esa rivalidad. Seguramente, de la postura que adopten los naranjas, a los que se presiona sin descanso desde diferentes ámbitos nacionales e internacionales para que viren hacia una abstención, dependerá de a quién le dé Sánchez más posibilidad de exhibición, bien sea en el acuerdo o en desacuerdo.