Cataluña no tendrá Gobierno por el momento. Un Parlament en estado de shock por el encarcelamiento de cinco diputados, entre ellos el candidato Jordi Turull, aparcó ayer sábado la investidura de un nuevo president. El reloj para la convocatoria de nuevas elecciones ha empezado a correr, sin que de momento se vislumbre una salida. Los independentistas dedicaron la jornada a estudiar qué hacer ahora. No les interesa volver a las urnas, porque el 21-D mantuvieron la mayoría soberanista en la Cámara, pero la primera jornada del debate de investidura de Turull -cuando la CUP anunció su ruptura con JxCat y ERC- ya dejó claro que no les será fácil llegar a un acuerdo. La segunda sesión, prevista para ayer, no llegó a celebrarse, en vista de las circunstancias.

De momento, el encarcelamiento de Jordi Turull, Josep Rull, Carme Forcadell, Raül Romeva y Dolors Bassa ha servido para que el soberanismo se conjure para ampliar su perímetro de actuación. El principal acto político del pleno del Parlament fue una declaración institucional en la que Torrent pidió que se forme «un frente unitario en defensa de la democracia y los derechos fundamentales».

DOMÈNECH, EN LA FOTO / La voluntad de Torrent era dejar claro que no se trataba de un acto puramente independentista. Por ello, junto a él en la tarima estaban, además de representantes del sector separatista -Artur Mas, Joan Rigol, Ernest Benach, Núria de Gispert, Sergi Sabrià, Elsa Artadi, Carles Riera-, el líder de Catalunya en Comú, Xavier Domènech. «No es un choque de banderas. Emplazo a todos los demócratas de España y el mundo a que sean solidarios con nosotros para conseguir la libertad de las personas perseguidas. Su encarcelamiento es injusto, innecesario, propio de un régimen antidemocrático», dijo Torrent.

Antes de eso, y pese a que Torrent ya había suspendido la sesión de investidura, se celebró un debate en el hemiciclo. El presidente del Parlament utilizó su turno inicial para anunciar que los grupos podrían hablar durante 15 minutos sobre la situación política. «Turull debería estar aquí para exponer su plan de Govern, pero los poderes del Estado están impidiendo la expresión de la voluntad de los ciudadanos», dijo.

En un discurso, Torrent subrayó la «excepcionalidad» de la situación y aseguró que la defensa de los diputados ausentes guiará su actuación desde ahora. «No descansaré hasta que estéis en casa con nosotros», afirmó el presidente de la Cámara catalana.

Los portavoces independentistas estuvieron combativos. Sergi Sabrià (ERC) tirldó de «monstruosidad» la actuación del Estado, Quim Torra (JxCat) sorprendió a todos asegurando que Turull «tenía los votos» para ser presidente de haber llegado a la segunda votación, y la CUP habló de «golpe de Estado». «Nos imponen por vías judiciales y extrajudiciales lo que son incapaces de ganar en las urnas. Y esto se llama golpe de Estado», espetó la diputada cupaire Natàlia Sànchez desde la tribuna del Parlament. Por ello, reclamó firmeza ante la «situación de excepción» y lamentó que «la oferta del Estado sea exilio y prisión». «Se tiene que ser muy inútil para creer que así se puede solucionar algo», aseveró. Además, acusó al juez Llarena de «prevaricar».

PSC Y COMUNS / Mientras, el PSC y los comuns aprovecharon el pleno fallido de ayer para reclamar el fin de la política de bloques en Cataluña. El tiempo dirá si las manos tendidas de Xavier Domènech y Miquel Iceta son solo gestos de buena voluntad o pueden resultar el inicio de algo más, en la línea de entendimiento que les proponía hace semanas el republicano Joan Tardà.

De momento, parece ver más factible el acercamiento de los comuns e independentistas. Joan Josep Nuet, uno de los 25 procesados por el 1-O, y el resto de los diputados de los comuns se levantaron para aplaudir a Roger Torrent después de que este sentenciara que no descansará hasta que los políticos presos y los que han tenido que marcharse puedan estar «en casa con nosotros».

La decisión del juez Pablo Llarena ha vuelto a unir al colauismo y a los independentistas, como se visibilizó con la participación de Xavier Domènech en el acto posterior en el auditorio en el que se pedía «un frente común en defensa de la democracia y los derechos fundamentales».