Los socialistas habían llamado dos veces la puerta del Tribunal Constitucional para que el reloj de la investidura se pusiera de una vez por todas en marcha. Finalmente, tres meses después del 21-D, la cuenta atrás empezó ayer, pero el PSC lamentó que tuviera que ser forzado por la amenaza del mazo del juez Pablo Llarena y jugando la carta Turull, en plena partida de póquer entre JxCat y el Supremo.

El líder del PSC, Miquel Iceta, fue fiel a su discurso de siempre y a las recetas expedidas en las últimas semanas a los independentistas: que a la presidencia de la Generalitat solo se puede acceder sin lastres judiciales. «¿Vamos a condicionar los plenos al calendario que nos marque el juez porque el candidato tenga unas obligaciones que no pueda rehuir?», se preguntó. «Esto no es una coordinadora de partidos con voto ponderado. Esto es el Parlament de Cataluña», zanjó Iceta.