Este jueves se cumple un año de la inesperada muerte de Rita Barberá y el Partido Popular sigue liado con su herencia. En los últimos días varios dirigentes populares, incluido el propio Mariano Rajoy, se han esforzado por destacar su legado. Hoy mismo María Dolores de Cospedal, ministra de defensa, ha subrayado su compromiso con España y con la Comunitat Valenciana e Isabel Bonig, la presidenta del PPCV, ha hecho un “reconocimiento merecido” a una persona “que transformó esta ciudad y que desde aquí siempre mostró su pasión por Valencia y los valencianos”. Pero más allá de homenajes, a los populares se les sigue atragantando su herencia, tanto por los casos de corrupción a los que tiene que hacer frente los que fueron sus subordinados como por el vacío político que dejó y que aún no han podido llenar.

La que durante más de dos décadas fuera alcaldesa de València, y según se decía de España, falleció de un infarto en un hotel de Madrid dos días después de haber declarado en el Tribunal Supremo como imputada por el caso que estudiaba un posible blanqueo de dinero en la financiación de su última campaña electoral. Tras esquivar varios casos de corrupción, como el de Taula, Noos o incluso el RitaGate, la entonces senadora no pudo evitar tener que declarar por las cuentas de su propia candidatura, aunque se desentendió de ellas. Y ese caso, que mantiene imputados a nueve de los diez concejales del PP en el Ayuntamiento, aún colea y está lejos de cerrarse. Esta misma semana, las defensas de los investigados y la ex concejal María José Alcón intentaron desacreditar las grabaciones en la que la ex regidora confesaba cómo se había blanqueado dinero de comisiones para pagar la campaña de Barberá e implicaba a la propia ex alcaldesa. Hay en marcha otras dos ramas del ‘caso Taula’ que investigan una posible financiación ilegal en las municipales de 2007 y 2011. Entre los imputados, está Alfonso Grau, mano derecha de Barberá durante veinte años y al que estos días le ha caído otra imputación por aceptar relojes de un contratista del consistorio por la que le piden seis años de prisión.

Pero, además de la resaca de la corrupción, el adiós de Barberá, que tras reconocer “la hostia” que suponían los resultados de las últimas elecciones se refugió en el Senado, ha dejado un hueco casi imposible de llenar. En el PPCV saben que si no mejoran sus resultados en València no podrán recuperar la Generalitat y se afanan por buscar un cabeza de lista que pueda recuperar la llave del Ayuntamiento y que les impulse a hacer lo mismo en el gobierno autonómico. Hace unos días Bonig aseguró que ya estaba decidido quién encabezará esa candidatura municipal aunque no lo desveló. Entre las opciones que se manejan están la del eurodiputado Esteban González Pons y otras más novedosas como la de Quico Catalán, presidente del Levante UD. Pero parece difícil que nadie pueda llenar el hueco que dejó una Barberá, a la que idolatraban los suyos y a la que hasta sus adversarios reconocían como un talentoso animal político.

En el primer aniversario de su muerte, hay prevista una misa en su honor en la Catedral de València a cargo del arzobispo Antonio Cañizares, que ya hace un año presidió en este mismo escenario una celebración para despedir a Barberá a la que asistieron cientos de personas, incluido el ex presidente José María Aznar, y que culminó con una larguísima ovación.