La figura del mayor Josep Lluis Trapero ha sido rescatada en el juicio del procés cuando un mando policial ha resaltado su papel «imprescindible» en la estrategia independentista que aunaba al Govern, las organizaciones sociales movilizando a la ciudadanía y al Parlament como «canal» para tramitar la desconexión. El Tribunal Supremo se adentró ayer en la Semana Santa con la declaración de un responsable de la investigación de los preparativos del 1-O, y después lo hicieron 17 antidisturbios de la Policía, lo que ha superado la barrera de los 200 testigos en el juicio.

Antes que ellos, el número dos del teniente coronel de la Guardia Civil Daniel Baena, que lideró la investigación del 1-O, destacó la «conexión» entre Govern, Mesa del Parlament, ANC y Òmnium en la vía unilateral a la independencia, la principal base de la acusación por rebelión de la Fiscalía a nueve acusados, entre ellos Carme Forcadell, que presidía la cámara catalana, encargada de tramitar las leyes de desconexión.

También eran relevantes, según el comandante, Jordi Cuixart y Jordi Sànchez, que aparecen en reuniones clave como la del «último intento», donde supuestamente se acordó que, tras el veto de la CUP a Artur Mas, el candidato a la investidura sería Puigdemont, lo que a su juicio evidencia el «papel fundamental» de las organizaciones civiles.

Encuentros a los que también asistía la número dos de ERC, Marta Rovira (huida a Suiza), antiguos miembros del Govern como Jordi Turull e incluso el expresident Mas, como se desprendía en los documentos Enfocats y Moleskine, incautados al número dos de Junqueras, Josep María Llové, y que son clave para la Fiscalía.

Pero si alguien destacó en su relato fue el mayor Josep Lluis Trapero (acusado de rebelión en la Audiencia Nacional), a quien el testigo ve «imprescindible» en la estrategia independentista hasta el punto de que Puigdemont tenía un borrador de una carta para agradecer su actuación el 1-O.

Así se lo hizo constar al exconseller Joaquim Forn su entonces número dos, César Puig (también acusado en la Audiencia), en un correo donde hablaba de la importancia de protegerle para «no perderlo» y detallaba dos escenarios: si Trapero asistía a las reuniones con el fiscal para impedir el 1-O, este debía decirle que le haría caso; si iba a las del coordinador policial, Diego Pérez de los Cobos, corría el riesgo de que le denunciara si no obedecía.

Para el comandante, existía una «sinergia» entre Trapero y el poder político como así lo indica la remisión del mayor a la cúpula de Interior de información puramente policial, como las instrucciones de la Fiscalía o el plan de actuación de Mossos, que decía que no se intervendría ante la presencia de personas vulnerables. Todo en un contexto en el que, según el testigo, «una de las prioridades» de los Mossos era preservar su «imagen», para lo que Trapero pidió a la cúpula, días después del referéndum, estar «vigilantes»: «La Guardia Civil, junto con la Fiscalía y diez fotografías de una mala actuación el 1-O hacen un delito de sedición».

En su declaración, el comandante cargó contra unos Mossos que llamaron a «personajes públicos» avisando de los registros el 20-S y que seguían a los otros cuerpos para alertar de su llegada el 1-O.

La presencia testimonial del cuerpo de los Mossos el 1-O -algunos escondidos en setos, según un agente- fue destacada por una tanda de antidisturbios de la Policía, que relataron la «actitud hostil» que se encontraron. «Policía asesina era el cántico que más me está doliendo con el tiempo, más que la herida», declaró otro de ellos.