Los dos presidentes más longevos de la democracia defienden la vigencia de la Constitución pero discrepan sobre si hay que someterla a alguna reforma. Felipe González y José María Aznar coincidieron ayer en la necesidad de exigir «lealtad constitucional» ante una posible reforma y en defender que cualquier decisión solo puede tomarla el conjunto del Estado, en un debate organizado por El País y la Cadena SER para conmemorar los 40 años de la Carta Magna. Los dos exmandatarios mostraron visible afinidad en sus opiniones sobre Cataluña, que estuvo presente de forma explícita o implícita a lo largo de toda la conversación, pero esa sintonía se difuminó cuando la revisión del texto constitucional se puso sobre la mesa.

«Aunque creo que tenemos un problema grave con una deslealtad constitucional protagonizada en Cataluña por la Generalitat, yo sí estoy a favor de reformar la Constitución, por ejemplo, en el título octavo», defendió González, que incluso dijo estar preocupado por «la falta de valentía para empezar a hablar de qué tipo de reforma se necesita». «No tengo ningún temor, al contrario, tengo deseos de que se enfrente ese debate reformista», desde asuntos «menores» como eliminar los aforamientos hasta otros mayores como la organización territorial del Estado. Para el expresidente socialista, «la Constitución es flexible, pero no es de plastilina. Tiene un cierto margen de flexibilidad del que conviene no abusar para que no rechine». Sin embargo, Aznar sostuvo que «cualquier propuesta de reforma tiene muchos más riesgos que ventajas».

Ese fue el principal punto de confrontación entre ambos, que sin embargo coincidieron en elogiar al régimen del 78 y el consenso que alumbró la Constitución. Para Aznar, «los problemas políticos que tenemos, no los tenemos por defectos constitucionales sino por defectos de acción política». Es por ello que el líder del PP, pese a aceptar que hay asuntos recogidos en el texto constitucional que pueden ser revisados, como la preferencia del hombre sobre la mujer en la sucesión de la Corona, expresó su temor por que las únicas propuestas que está escuchando son «absolutamente rupturistas». «La respuesta al problema que tiene España no puede ser más nacionalismo», añadió.

González se mostró preocupado por «la fractura interna» en Cataluña «que el Govern no quiere ver». «Prefiero que haya un espacio de diálogo, pero no en los términos en que veo que pueden plantearlo los secesionistas», que «no tienen nada que perder», advirtió, y se dirigió directamente a los líderes catalanes: «Con su actitud están más cerca de perder autonomía que de ganar independencia». Aznar insistió en que «los sentimientos no dan derecho a generar un golpe de Estado», y aseguró que ya había vaticinado que «antes de romperse España se fracturaría Cataluña, y es lo que ha ocurrido».

También se centraron los dos exdirigentes en defender que «la soberanía del pueblo español no se puede trocear, dividir o poner en cuestión», dijo Aznar.