La incansable y persistente lucha de las fuerzas de seguridad españolas y francesas contra ETA desde mediados de los años 80 ha asfixiado golpe a golpe a la banda terrorista hasta su final, con la detención de todos sus jefes. Pero lo que hizo agonizar sin remisión a la organización armada fue la forja, en la década de los 2000, de una estrategia de opresión política y económica, con la ilegalización de Batasuna como espoleta.

El primer gran golpe

Las extradiciones de etarras por parte de Francia se iniciaron en 1984 y la primera caída de un jefe militar de ETA se produjo en abril de 1986. Domingo Iturbe Abasolo, Txomin, fue detenido en Saint-Jean-de-Luz (Francia) y deportado a Argelia, donde murió en febrero del año siguiente en un accidente de tráfico, según informaciones de la versión oficial.

La operación Sokoa

En noviembre de 1986 se descubrió en Hendaya (Francia), en la sede de la cooperativa Sokoa, un importante zulo logístico. Se desmanteló el aparato de finanzas y se incautó información que corroboraba que ETA se financiaba con el mal llamado «impuesto revolucionario». Es la primera operación francoespañola contra la banda. Un año después cae en Anglet (Francia) Santiago Arrospide Sarasola, Santi Potros, considerado jefe militar de ETA, en posesión de gran cantidad de armas y explosivos, además de documentos que propiciaron la detención de numerosas personas relacionadas con ETA en el País Vasco, Navarra, Madrid y el sur de Francia.

A mediados de los 80, los etarras cometieron varios de sus atentados más sangrientos, entre ellos el de Hipercor en Barcelona, que mató a 21 personas el 19 de junio de 1987. En enero del año siguiente, ETA decretó su primera tregua, durante la que se produjeron las conversaciones de Argel, que fracasaron en abril de 1989.

Henri Parot

El arresto en abril de 1990 de Henri Parot en Sevilla fue relevante para la lucha contra ETA porque caía el jefe de los comandos itinerantes. El comando Argala llevaba actuando 12 años y había cometido una veintena de atentados con 38 muertos y más de 200 heridos. Este etarra dio nombre en el 2006 a una doctrina del Tribunal Supremo que permitía a los presos etarras prolongar su estancia en prisión. En octubre del 2013, la justicia europea la anuló y fueron excarcelados 63 etarras.

El golpe de Bidart

La década de los 90 empezó con una sucesión de atentados que convirtieron el año 1991 en el cuarto con mayor número de víctimas en la historia de ETA (46) y siguió con uno de los mayores golpes policiales a la banda en sus 50 años de historia, la desarticulación de su cúpula en el municipio de Bidart (Francia), en marzo de 1992. Cayeron Francisco Mugica Garmendia, Pakito; Jose Luis Alvarez Santacristina, Txelis, y Jose Maria Arregui Erostarbe, Fiti, presuntos responsables del aparato militar, político y de logística.

«Socialización del sufrimiento»

De mediados de los 90 es la estrategia de «socialización del sufrimiento» con la que ETA puso en la diana a los cargos políticos como estrategia de presión al Estado para forzar una negociación. La culminación de esta estrategia fue el secuestro y asesinato en julio de 1997 del concejal del PP en Ermua (Vizcaya) Miguel Ángel Blanco, con el que la banda vengó el fuerte mazazo que le supuso la liberación por parte de la Guardia Civil del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, confinado en un zulo de Mondragón (Guipúzcoa) durante 532 días. El cruel crimen de Blanco originó el llamado espíritu de Ermua, que supuso para ETA una paulatina y definitiva pérdida de respaldo social.

El mazazo político

El pacto por las libertades y contra el terrorismo (2000) y la ley de partidos (2002), que ilegalizó a Batasuna, permitió a los jueces actuar contra el entorno de ETA a partir de los primeros años del nuevo siglo, mientras proseguían los éxitos de la lucha antiterrorista con numerosas detenciones y una cada vez mayor colaboración con Francia.

En diciembre del 2003 fue arrestado el supuesto dirigente del aparato militar Juan Ibon Fernandez de Iradi, Susper. Un año antes se había fugado de la comisaría de Bayona, pero los investigadores se hicieron con ingente documentación, desde listados de etarras o planes a citas y notas que condujeron a la caída de más de 50 etarras, así como al descubrimiento de «zulos históricos» que albergaban el mayor arsenal de ETA hallado en Francia.

Tregua y golpes en cadena

El 22 de marzo del 2006, ETA anunció un «alto el fuego permanente» después de que, tras conversaciones exploratorias, el Gobierno del PSOE pidiera al Congreso autorización para entablar un hipotético diálogo con la banda. El atentado en la T-4 del aeropuerto de Barajas, en el que murieron dos trabajadores ecuatorianos, puso fin a aquella tregua, aunque la banda ya daba síntomas de estar cada vez más debilitada por los golpes policiales y por la ruptura de la disciplina en las cárceles.

A partir de entonces fueron cayendo en cadena los diferentes jefes etarras, comenzando por el responsable de haber dinamitado la tregua: Thierry. A él le siguieron Txeroki, Ata, David Pla, Iratxe Sorzabal y, por último, Mikel Irastorza.

El 30 de julio de 2009, ETA cometió sus dos últimos asesinatos en España al matar a dos guardias civiles en Palma de Mallorca y el 16 de marzo de 2010 se cobró su última víctima, un policía francés. Finalmente, tras varios anuncios parciales, el 20 de octubre del 2011, la banda terrorista decretaba «el cese definitivo de su actividad armada».

Han hecho falta casi siete años más para que, derrotada, sin apenas capacidad operativa, la última de la grandes bandas terroristas europeas se apreste a disolverse.