Mientras temen una condena severa de un tribunal cuya imparcialidad cuestionan, los líderes independentistas fían sus esperanzas a Estrasburgo, un árbitro de eficacia limitada: no es competente para corregir ni revocar sentencias y solo sanciona violaciones de derechos humanos. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) no entraría a valorar si hubo rebelión en el procés, pero una eventual condena de Estrasburgo por violación de derechos humanos en la causa -como los de defensa o manifestación- abriría la puerta a que los acusados fuesen indemnizados o a una repetición del juicio, en el que el Supremo debería tener en cuenta las apreciaciones de Estrasburgo.

El Tribunal de Estrasburgo es la autoridad judicial encargada de velar por la garantía de los derechos humanos y libertades reconocidos en el Convenio Europeo de Derechos Humanos, un tratado firmado por los 47 estados miembros del Consejo de Europa.

Su función es detectar si los países firmantes han vulnerado principios del Convenio, entre los que figura el derecho a un juicio justo u otros, como los de expresión o manifestación, que invocan las defensas de los líderes del procés: creen contrario al espíritu del tratado que las movilizaciones independentistas sirvan al Supremo para sustentar el delito de rebelión, ya que ello equivaldría a criminalizar la protesta.

Torturas, maltratos a detenidos, detenciones ilegales, disfunciones en los procesos civiles o penales, discriminaciones o restricciones a las libertades son algunas de la materias que abarcan las competencias de Estrasburgo. Las sentencias del Tribunal Europeo pueden fijar indemnizaciones para las víctimas de una vulneración de derechos o abrir la puerta a la posibilidad de revisión de condenas dictadas por los tribunales del país demandado.

En el caso de España, una reforma legislativa de 2015 establece que el demandante tiene derecho a instar a la revisión de la sentencia en la que fue condenado, lo que salvo excepciones corresponde al Tribunal Supremo. Examinado el caso, el tribunal nacional puede optar por enmendar la sentencia o repetir el juicio, subsanando las vulneraciones que haya apreciado Estrasburgo o incorporando su doctrina. A efectos prácticos, nada impide que el fallo acabe siendo el mismo tras el proceso de revisión.

Espoleados por el caso de Arnaldo Otegi, que ha ganado dos veces en Estrasburgo su pulso a la justicia española, el independentismo confía en la victoria que para ellos supondría un eventual revés de Europa a la causa abierta en el Supremo.