El Gobierno de la Generalitat no es una coalición, sino una confederación de fuerzas. Es decir, cada parte integrante del Ejecutivo mantiene su soberanía para decidir, como partido, qué posición adoptar en cada momento. Siempre ha sido un poco así, pero nunca como hasta ahora ha quedado tan claro. El presidente de ERC en el Congreso, Joan Tardà, no solo quiso marcar distancias entre el legislativo (los grupos parlamentarios) y el ejecutivo (el Govern), sino que recordó a Joaquim Torra que la decisión sobre el voto de ERC a los presupuestos corresponderá a los propios republicanos, no a la presidencia de la Generalitat.

En lo que supone toda una enmienda al liderazgo de Torra, Tardà le recordó que el Consell Executiu «no es monocolor». Y, por tanto, será ERC quien decida si presenta o no en el Congreso una enmienda a la totalidad de los Presupuestos Generales del Estado para 2019.

Tardà quiso restar importancia entre sus palabras y las del president, en la víspera, cuando alertó de que habría una «crisis de gobierno» si ERC o el PDeCAT se desmarcaran de la postura consensuada con la Generalitat a la hora de votar los presupuestos. Así, el republicano interpretó que no había «mala intención política» en estas palabras.

La cuestión se abordará, a buen seguro, en la primera ejecutiva de ERC en este 2019 que se celebrará en Ginebra, para que la pueda presidir la secretaria general en el exilio, Marta Rovira.

En cuanto al espacio posconvergente, el sector vinculado al president y al expresidente Carles Puigdemont defiende la autoridad de Torra y sostiene que el acuerdo del máximo órgano del partido, el consejo nacional, por un 95%, es el de rechazar las cuentas del Estado y la manera más directa y rápida de hacerlo -y de evitar un debate interno que está desgastando todavía más a la posconvergencia- es rechazándolas de entrada como plantea el president. Sostienen que el argumento del miedo a unas elecciones anticipadas que lleven al Gobierno al PP de la mano de Ciudadanos y Vox no va con el independentismo porque en cualquier caso habrá elecciones generales en cuestión de meses y la ultraderecha puede crecer tanto o más que ahora.