Nuevo capítulo en la batalla de relaciones públicas en el exterior que libran el independentismo catalán y las autoridades españolas. El pulso se traslada esta semana a la capital de Estados Unidos, donde Cataluña participa como cultura invitada del Folklife Festival, un evento organizado por el Instituto Smithsonian en el National Mall de Washington al que asisten más de un millón de personas durante 10 días.

El festival busca reflejar las ricas tradiciones culturales catalanas, con un particular énfasis en el asociacionismo, pero, como sucede desde hace mucho tiempo con cualquier acto de proyección exterior de Cataluña, ha quedado atrapado en la telaraña del conflicto político. La embajada española lleva meses expresando su preocupación por la posible politización del festival, al que asistirá el presidente de la Generalitat, Quim Torra.

«Llevamos hablando consistentemente con la embajada española desde que empezó a gestarse la invitación de Cataluña», asegura a este diario Michael Atwood Mason, director del festival y uno de los tres comisarios de la exposición catalana. «Ellos han expresado muy claramente que el festival podría politizarse y nosotros les hemos dicho que no tenemos ningún interés en que suceda», señala. Como se ha hecho en otras ediciones, el Instituto Smithsonian ha pedido a los representantes de las culturas invitadas, en este caso Cataluña y Armenia, que se abstengan de desplegar banderas y otros emblemas políticos.

«El festival no tiene posiciones políticas», dice Atwood. «Como práctica habitual pedimos a la gente que no lleve banderas porque no queremos que el festival sea un ejercicio de nacionalismo, sino una exploración de la cultura». Tanto Torra como el embajador español, Pedro Morenés, han sido invitados a la inauguración y ambos pretenden dirigirse al público, según ha confirmado este diario.

El festival será un escaparate inmejorable para Cataluña, una ocasión para que los estadounidenses conozcan sus tradiciones, gastronomía o casteller. Dos lemas articulan la exposición: País d’Acollida, Welcoming country y Tradición y creatividad desde el Mediterráneo. Pero el festival también podría servir para dar resonancia a las aspiraciones del secesionismo, que lleva años trabajando los pasillos del poder en Washington. Entre el 2013 y el 2017, la Generalitat contrató los servicios de dos lobis en la capital estadounidense para dar a conocer sus posiciones.