Begoña Villacís, la candidata a la alcaldía de Madrid por Ciudadanos, ha sido durante cuatro años uno de los puntales del partido. Ha tenido una evolución política cómoda, rápida y libre de obstáculos hasta que el diario Abc publicó que había sido administradora solidaria de una sociedad patrimonial con dos millones de euros en inmuebles de la que no había informado hasta marzo del 2018 al Ayuntamiento de Madrid, donde es concejala desde el 2015.

Villacís y otros dirigentes de Cs, en público y en privado, acusaron al PP de ser el filtrador de esa información por intereses electoralistas. Las noticias señalan que la Agencia Tributaria inspeccionó varios ejercicios fiscales de la sociedad y que halló abundantes irregularidades, considerando que era utilizada para pagar menos impuestos.

El vicesecretario de los populares, Javier Maroto, lamentó que Ciudadanos no la haya destituido aplicando su propio «código ético» y afeó a Rivera que esté acostumbrando a poner solo «el dedo en la llaga de los demás». Adriana Lastra, portavoz del PSOE en el Congreso, también sacó a relucir la polémica de Villacís en la Cámara baja en una multicomparecencia en la que Pedro Sánchez tuvo que dar cuenta, entre otros asuntos, de las sociedades de sus ministros.

Más prudentes han sido el secretario general socialista y el presidente del PP, Pablo Casado. Y no es casual. La información perjudica a Villacís, pero también puede entorpecer las posibles alianzas tras las municipales y autonómicas del 26 de mayo. En el PP, algunos fontaneros barruntan un plan que incluye en la ecuación a la candidata a la alcaldía de Cs. Cierto es que empezaron a hablar de él a principios del año pasado, antes de que Vox supusiera una amenaza para populares y naranjas. La operación se empezó a rumiar al ver que Ciudadanos había decidido que a partir del 2019 entrarán a formar parte de los gobiernos si pueden. Cerrada queda la etapa de apoyos externos a cambio de medidas de regeneración. Al ver esa estrategia de Rivera, los populares hicieron sumas y concluyeron que una manera de retener el Gobierno regional podía ser a cambio del apoyo de Cs, y se temían que ellos les reclamaran la alcaldía para Villacís. La concejala empezaba a adelantar en las encuestas a la vez que el PP madrileño se hundía por la corrupción.

Ese cambio de cromos, comentado por dirigentes populares, provocó que el puesto de aspirante por Madrid no fuera el más deseado. El propio Casado y Soraya Sáenz de Santamaría huyeron cuanto pudieron en el primer semestre del 2018 de las quinielas que les colocaban como alcaldables. Ese puesto lo ha ocupado finalmente José Luis Martínez-Almeida, con escaso poder dentro del partido y un desconocido para la mayoría de los madrileños.

Y también al PSOE le interesa mantener una relación positiva con Cs en Madrid, no tanto por la alcaldía (donde la suma se presenta muy difícil) sino por la comunidad. Ignacio Aguado, candidato naranja, ha evitado replicar el veto de Rivera a Sánchez y no ha rechazado poder llegar a un acuerdo con Ángel Gabilondo, su contrincante socialista.