Cristina Cifuentes renunció finalmente ayer de forma «irrevocable» a la presidencia del PP madrileño y se quedará únicamente con su escaño en la Asamblea, que le garantizará un salario y fuero. Tras dimitir como presidenta de la Comunidad de Madrid, el mismo día de la difusión del vídeo del hurto en un supermercado y después del escándalo del máster, dejó también su cargo en el partido, tal y como comunicó en una carta dirigida a la secretaria general de los populares, Dolores de Cospedal. La cúpula popular especificó en un comunicado que será Ángel Garrido quien, como ya hizo con el Ejecutivo regional, asuma las riendas de la formación hasta que elija nuevo presidente.

En la misiva apunta que su decisión ha sido «muy dolorosa» y recuerda que es su «segunda renuncia en menos de dos días». «Lamentablemente, me he visto obligada a tomar estas dificilísimas decisiones para no perjudicar ni a los madrileños, poniendo en riesgo la presidencia de la comunidad, ni a nuestro querido partido, que necesita estabilidad para continuar un proyecto político de centro que tan positivos resultados está obteniendo en nuestra región», sostiene en la carta dirigida a Cospedal.

No puede considerarse un detalle menor que la expresidenta haya elegido a Cospedal, su «amiga» y la única persona de la dirección popular que la ha estado apoyando contra viento y marea cuando casi todos los demás callaban o la defendían en público pero admitían, en privado, que la situación de la madrileña era insostenible. Especialmente cuando Cifuentes se estuvo resistiendo semanas a dejar su sillón y llegó a decir que su interlocutor, si se pretendía que diese un paso atrás, debía ser el propio presidente. Pero el presidente no entró a ese trapo y, después de tomarse el tiempo que consideró oportuno para dejarla caer (hubiera caído igualmente por una moción de censura del PSOE), encargó a la propia Cospedal y al coordinador Fernando Martínez-Maíllo que torcieran el brazo político de Cristina Cifuentes el miércoles.

«He sido siempre leal a nuestro presidente, cuyo respaldo, aliento y cariño nunca me ha faltado y que agradezco expresamente; a nuestro partido, que tanto ha hecho por España, y a todos los que votaron y me apoyaron, y a los que no lo hicieron -señala en su carta-. No hace falta que haga especial mención, María Dolores, a mi lealtad hacia ti, no solo porque eres la secretaria general del partido, sino porque eres también mi amiga y siempre lo has demostrado. Esté donde esté en cada momento, siempre podréis contar conmigo».

A Cifuentes le ha costado dejar el partido aún más que la presidencia autonómica. Su entorno aseveraba que lo hacía como último y desesperado pulso a la dirección del PP para que le permitiesen, a cambio de una última cesión, mantener su escaño, sabedora de que Ciudadanos intentaría que abandonase la Asamblea. Pero ella, que ha tenido que dimitir rodeada de escándalos, necesita garantizarse un sueldo y prefiere mantener el fuero, puesto que está inmersa en investigaciones de la policía judicial.