Cristina Cifuentes iba muy bien en la carrera para suceder aMariano Rajoy, esa de la que nadie quiere hablar pero en la que varios participan. La presidenta de la Comunidad de Madrid había conseguido forjarse una imagen ante la opinión pública de adalid contra la corrupción. Fue durante años número tres deEsperanza Aguirre e Ignacio González en el PP de Madrid, pero había logrado contraponer su gestión más reciente a la de ese pasado que sí compartió aunque prefiera olvidarlo. Fueron 12 años en la cúpula de un partido investigado por presunta financiación irregular en los casos 'Gürtel', 'Púnica' y 'Lezo'.

Cifuentes se erigió entre los dirigentes populares como un ejemplo a seguir. Con sus declaraciones de tolerancia cero con los escándalos, algunos ceses de altos cargos antes de llegar la imputación (como el del viceconsejero de Medio Ambiente esta semana) y su denuncia ante el fiscal de las irregularidades en el Canal de Isabel II (que anticorrupción ya estaba investigando) había conseguido entrar en las quinielas para suceder al líder del PP, esas en las que también se incluye a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría; la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo.

El miércoles, esa trayectoria inmaculada se interrumpió con dosinformes de la Guardia Civil que señalan la presunta implicación de la presidenta en las supuestas irregularidades en la adjudicación de un contrato a Arturo Fernández, imputado en el 'caso Púnica' por aportar fondos a la 'caja b' del PP de Madrid. El juez decidió no imputarla, pero la sola publicación de los informes ha supuesto un tropiezo para su expediente. Los documentos se han conocido porque se ha levantado el secreto de sumario de esa parte y, de hecho, algunos medios ya habían publicado las sospechas en torno a Cifuentes hace algunos meses. Sin embargo, la presidenta, sin aclarar a qué se refiere en concreto, denunció "fuego amigo".

DESVIAR LA ATENCIÓN

Sea para hacerse la víctima, al estilo de Alberto Ruiz Gallardón, o porque lo piensa de verdad, la dirigente ha logrado desviar la atención, según señalan miembros del PP de Madrid próximos a Aguirre. La dirección nacional del PP salió negando que se deba a cualquier batalla interna. Cospedal (igual que Rajoy) la telefoneó para darle su apoyo. Ambas tienen una buena relación personal, según fuentes de sus dos equipos. Santamaría, a la que se le planteó la cuestión del "fuego amigo" en una rueda de prensa, optó por pasar la pregunta al portavoz, Íñigo Méndez de Vigo. Fuentes del entorno de la vicepresidenta aclararon que tiene bastante trabajo en su cargo y con el "tema catalán" como para gastar energías en esos asuntos.

Feijóo, por su parte, salió en defensa de Cifuentes. Él también se refirió al "fuego amigo", en abril del 2013, cuando aparecieronfotos con el 'narco' Marcial Dorado. Por aquella época, con lossobres de Bárcenas en las portadas, el presidente gallego había sido de los dirigentes más claros a la hora de marcar distancias con la gestión que el partido estaba haciendo de ese escándalo y de la 'Gürtel'. Sus declaraciones aconsejando al PP que pidiera perdón no gustaron a algunos compañeros de filas. Despertaron un resquemor parecido al que ha podido levantar Cifuentes, marcada de cerca por Ciudadanos, al que necesita para gobernar.

La sucesión es el más delicado momento en la vida de los partidos y en el PP, con las energías contenidas tras nueve años de paz, ese momento promete estar lleno de 'zascandiladas', como diría Rajoy.