Decía un asesor de Alfonso Alonso, el exdirigente vasco al que Pablo Casado fulminó en febrero, que el PP solo gana cuando se centra. Y lo vestía con datos: a José María Aznar no le funcionó la dura oposición que le hizo a Felipe González en 1993 y logró la mayoría absoluta tras su famoso «viaje al centro» (2000); Mariano Rajoy ganó a José Luis Rodríguez Zapatero cuando se olvidó de las manifestaciones en las calles (contra el aborto, contra el matrimonio homosexual, contra el Estatut) y se volcó en la capacidad de su partido de gestionar la economía (2011) y, ahora, Casado ha perdido en dos elecciones generales con un partido más parecido a Vox que a uno de centro.

MODERACIÓN / El líder del PP, Pablo Casado, ha prometido en varias ocasiones moderación, transversalidad, políticas de centro, pero los hechos después no le dan la razón. La censura parental en educación, los argumentos a la hora de cargar contra el diálogo entre Sánchez y los independentistas (la portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, Cayetana Álvarez de Toledo, llegó a decir que la situación es peor que cuando ETA asesinaba), su posición regresiva sobre el aborto (que ya llevó en su programa cuando ganó las primarias) y su estrategia de choque con la Moncloa pese a la pandemia dibujan un discurso extremo.

Ciudadanos, por su parte, tomó nota de su propio hundimiento y ha dejado de asentar su estrategia en Cataluña y en la bronca y ha tendido la mano. Casado quizás pueda pensar en hacerlo tras las elecciones vascas y gallegas. Por ahora, el tono que está manteniendo es menos hiperbólico de lo habitual y no ha querido contar ni con Álvarez de Toledo ni con Aznar para la campaña.

EL PP DE LAS «ESENCIAS» / El PP somete al escrutinio de las urnas sus dos almas, esas que el líder de los conservadores asegura que no existen y que son una invención de Sánchez para dividirles. Sin embargo, los dos carteles que presenta ponen de relieve esa doble corriente que siempre ha habido. En el País Vasco, Casado apartó al moderado Alonso para colocar a un político que representa lo contrario que el exiministro: Carlos Iturgaiz, presidente de los populares vascos entre 1996 y 2004. El candidato representa al PP de las «esencias», el que gira en torno a la unidad de España y da la batalla ideológica con los nacionalistas.

Las previsiones son malas. De los nueve diputados pueden caer a 3-4. Y eso que se presentan, por primera vez, en coalición con Cs. Inés Arrimadas interrumpió su baja de maternidad y ayer dio su primer mitin con Casado. La derrota de Iturgaiz se leerá como una derrota del líder popular.

En Galicia, en cambio, los sondeos pronostican la cuarta mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo, el moderado por antonomasia del Partido Popular. Logrará entre 40 y 42 escaños. Ahora cuenta con 41. Esa victoria puede tener muchas derivadas para Casado. A corto, en su discurso, y, a medio, en la historia del PP. Feijóo, eterno aspirante a liderar el partido, no quiso presentarse a las primarias en 2018 porque sabía que iba a tener competencia. Ahora puede que empiece a pensar otra cosa.