La principal conclusión a extraer de lo sucedido desde la tarde del 17 de agosto del 2017 hasta hoy, un año después, es que la lección dista mucho de ser aprendida. El mínimo común denominador del brutal atentado que sacudió Barcelona de la modorra agosteña hace 12 meses con el de Hipercor, también en la capital catalana, y el 11-M, de Madrid, por nombrar los más sangrientos, es que en todos los casos las víctimas han afirmado sentirse solas. Hoy se cumple el primer aniversario de la acción terrorista que acabó con la vida de 16 personas y causó más de un centenar de heridos.

«Ha sido un año durísimo de miedos, dolor, soledad e incomprensión» para heridos, testigos y familiares, ha lamentado en rueda de prensa este jueves Ana Cortés, testigo de la barbarie de la Rambla. «Varias víctimas sienten abandono» de las administraciones, ha sentenciado.

Las quejas, elevadas sin aspavientos, pero sí con firmeza, ha tenido la virtud de disipar, al menos en la previa, la tormenta política que se anunciaba entre el independentismo y el no independentismo. Al menos hasta las 10.30 horas de este viernes, cuando dé inicio el acto de homenaje a las víctimas en la plaza de Catalunya, el huracán que amenazaba con salvas de pitos, por parte de unos, y aplausos, por parte de los otros, a Felipe VI y al Govern parece haberse desactivado.

Y es que cuando los que aún sufren los efectos de la barbarie reclaman que, en estos casos luctuosos, la retirada de los focos informativos debe ser seguida del inicio de una tarea de ayuda y acompañamiento, los intentos de unos y otros por capitalizar el mensaje político cae de las manos como arena de playa.

En los días previos, pues, ni se atisban campañas de afirmación monárquica en una zona donde esta institución no goza de la mejor salud, ni tampoco aquelarres contra el propio Rey, como el que se vivió en la manifestación del 26 de agosto del año y que, presuntamente, se convocó para repudiar el horror terrorista. Unos y otros han demandado en las últimas horas, sin ir más lejos en el frente republicano, el consejero de Interior, Miquel Buch, así como el presidente del PDECat, David Bonvehí, pidieron que este viernes que no se politizara el homenaje.

Este constará de una ofrenda floral en la Rambla y con un acto en la plaza de Cataluña, que quiere dar el protagonismo a las víctimas del ataque terrorista y en el que coincidirán los Reyes; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el de la Generalitat, Quim Torra, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

La conmemoración tendrá como lema Barcelona, Ciudad de Paz y ha sido promovida por el Ayuntamiento con colaboración de la Generalitat y la Delegación del Gobierno en Cataluña, que no realizarán parlamentos institucionales, ya que quieren que el protagonismo recaiga en los familiares de las víctimas y los heridos. Y se eviten, así, ‘ventanas’ de pitidos a los oradores, según el color político de cada uno.

Una vez se confirmó la presencia del Rey en el acto institucional del 17-A, las entidades soberanistas han dado cada vez más protagonismo a una movilización alternativa, la que tendrá lugar por la tarde ante la cárcel de Lledoners para agradecer al exconseller Joaquim Forn y al que fue mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, su gestión en la crisis por los atentados. Un acto que ha ido tomando cada vez más relieve toda vez que el propio president Quim Torra visitará a Forn en el centro penitenciario. «Se da la situación anormal que las dos personas que fueron felicitadas por su actuación ahora estén acusadas de sedición o en la cárcel», apuntan las entidades independentistas.

De este modo, no hay un boicot activo a la figura del monarca ni al acto que tendrá lugar en la plaza de Cataluña, pero sí algo así como una estrategia propia de los prestidigitadores: desviar la atención. O lo que se conoció en el independentismo como hacer un Tortosa, es decir, mostrar una total indiferencia ante el paseo por las calles de la capital tortosina de la líder de Ciutadans, Inés Arrimadas, hace unas semanas, tras haber sido abucheada en otras localidades como Canet de Mar.

Es decir, presencia institucional del president -no de Òmnium- y de partidos como el PDECat este viernes junto a las autoridades sí, pero relieve tanto o más importante para Forn y Trapero pese a que estos, en los últimos días, han reclamado explícitamente no ser el centro de atención y centrar el homenaje en las víctimas y sus familiares.