Bofetón parlamentario a Pedro Sánchez. La mayoría de los aliados del Gobierno (Unidos Podemos, ERC, PDECat, Compromís), han cumplido sus amenazas y se han abstenido en la votación de la senda de déficit en el Congreso. El PNV y Nueva Canarias han votado a favor. PP, Cs, Foro Asturias y UPN han votado en contra de la propuesta del Ejecutivo que cae rechazada.

Los socios de Sánchez le piden que se abra a negociar una nueva senda para llevarla a las Cortes tras el verano. El ministerio responde que planteará la misma propuesta, pero que pone en marcha ya las conversaciones para pactar el Presupuesto del 2019. Si los aliados no aprueban los objetivos de déficit en septiembre, esas cuentas generales para el año que vienen tendrán una arquitectura cimentada en la senda restrictiva validada por el PP.

Las expectativas de conseguir un entendimiento son discretas, opinan fuentes cercanas a la presidencia. "Salvo que recapaciten los grupos políticos, si la senda no sale, volveremos a la senda anterior", ha señalado la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

Los objetivos de déficit validados por los conservadores son sustancialmente más restrictivos, 6.000 millones de euros menos de margen de gasto, de los que las autonomías perderían 2.400. Ante ese horizonte, los socios han insistido en su llamamiento al Gobierno para que renegocie en dos direcciones:

Una. Que mejore la senda de déficit propuesta. Aquí los grupos catalanes piden avances en la negociación política; Podemos pide flexibilizar la regla de gasto para que los ayuntamientos puedan invertir su superávit; Compromís quiere una reforma del modelo de financiación en esta legislatura.

Y dos. Exigen a Sánchez que reforme de inmediato la Ley de Estabilidad para que el Senado no tumbe lo aprobado en el Congreso. Mariano Rajoy modificó esa legislación en el 2012 y dio a la Cámara Alta la última palabra en la tramitación de la senda de déficit. Se trataría de revertir ese cambio hecho por los conservadores mediante una reforma por la vía de urgencia y lectura única. En corto: si el Gobierno lleva antes de vacaciones su proyecto a las Cortes, podría aprobarlo a finales de agosto o principios de septiembre (necesita mayoría absoluta al ser ley orgánica, 176 diputados). Con esta modificación realizada, los aliados no sentirían que su voto en el Congreso es “improductivo”.

Esta posibilidad fue ofrecida por la vicepresidenta, Carmen Calvo, a algunos de los aliados con los que trataba de encauzar una negociación a última hora.

Pesadilla anunciada

El Gobierno conocía su fracaso desde el jueves por la noche, cuando algunos de sus socios le trasladaron que se abstendrían.

La ministra de Hacienda ha dado por hecho el fracaso en la votación en su discurso en la tribuna. Ha afeado a los grupos que se encierren en “la trinchera” con fines partidarios en lugar de apoyar a Sánchez y ha comprometido que se presentarán los Presupuestos (el plazo máximo es 1 de octubre). Ha insistido en que si no hay entendimiento con los grupos "se vuelve a la senda anterior".

“Vamos a hacer un Presupuesto que simbolice el cambio, no somos ingenuos, no va a ser fácil pero seguiremos trabajando con ilusión”, ha afirmado.

El PP, que también ha rechazado la propuesta, ha opinado que la relajación del objetivo de déficit implica un endeudamiento mayor y que no no van a consentir “que tiendan trampas a los españoles”. Su nuevo líder, Pablo Casado, ha opinado que la debilidad de Sánchez en Parlamento le debería llevar a una reflexión sobre su continuidad.

Unidos Podemos ha confirmado su abstención y ha señalado que están abiertos a negociar con el Gobierno mejoras en la senda de gasto. “Apuntala una estrategia de desmantelamiento de lo público y desamortización de las conquistas del movimiento obrero”, ha reprochado el líder de IU, Alberto Garzón. Los 'comuns' piden al Gobierno que se esfuerce en renegociar e insisten que no podían validar una propuesta mientras el PP sigue teniendo el botón nuclear para revertir la decisión del Congreso en el Senado.

Ciudadanos, que ha votado en contra, ha criticado que la propuesta del Gobierno implique “una subida de impuestos a las clases medias” y han augurado una “subida masiva” de la fiscalidad.

ERC ha instado al Gobierno a negociar y ha insistido en que "el problema catalán no se soluciona con buena cara y un par de décimas más en déficit". El PNV ha votado a favor. Considera que la previsión del Gobierno se ajusta a la realidad económica.

El PDECat ha insistido en su "ánimo de colaborar" pero ha pedido gestos. "Esto no es un contrato de adhesión, tendrán que aportar nuevos incentivos y les instamos a que lo hagan", ha señalado el diputado Ferran Bel, quien ha insistido a la ministra de Hacienda para que reforme la Ley de Estabilidad y aligerar los corsés a los ayutamientos.

Compromís ha argumentado que debe entenderse su abstención como un ejercicio de confianza y ha conminado a Sánchez a negociar para una nueva votación en septiembre.

Abstención anunciada

En todo caso los aliados están convencidos de que el revolcón de este viernes no pone en jaque la estabilidad del Gobierno. No creen en el órdago de unas elecciones anticipadas. Ni les interesa que las haya. Llaman al Ejecutivo a negociar. Y a negociar mejor.

La cuestión estriba en llegar a acuerdos en la tensión que se abre entre unos socios que quieren desmarcarse con una dialéctica dura para dar alimento a sus parroquias y la necesidad de seguir sosteniendo a Sánchez en la Moncloa para aprobar medidas que les benefician (especialmente los partidos que gobiernan).

¿Exceso de optimismo?

Los socios de Sánchez no querían 'mancharse' este viernes apoyando al Gobierno con una senda que no les encanta con la certeza de que el PP tumbaría esta propuesta el lunes en el Senado por aplastante mayoría absoluta de los conservadores. No quieren desgastarse con un voto "improductivo" y necesitan transmitir al presidente que su apoyo "no es gratis". De hecho, los aliados han asistido perplejos al "optimismo excesivo" de la Moncloa en las negociaciones, que comenzaron tarde.

Consideran que los socialistas contaron demasiado con convencer al PP gracias a la relajación de los objetivos de déficit, que da 2.400 millones de oxígeno a las comunidades autónomas. Lamentan que la ministra de Hacienda no contactase con los portavoces hasta ver las orejas al lobo, el sábado pasado, dos días después quee las autonomías gobernadas por el partido conservador votasen en contra de la senda de déficit.